—Para que se haga cargo del tipo de entrevista: "¿La Mallorca medieval tenía más fe en sus posibilidades?"

—Sí, la voluntad de los mallorquines encabezados por sus dirigentes era ser un reino independiente del resto, pero vinculado a Cataluña o Valencia en diferentes ámbitos.

—O sea que Mallorca era independentista.

—Ese concepto es actual, porque somos fruto del Estado-nación, con una sola identidad. Joan Mascaró me ayudó a entender la diversidad porque asumía diferentes identidades, de Santa Margalida a ciudadano del mundo.

—Desgranemos su libro, ¿la lengua?

—Entre los siglos XIV y XVII, los mallorquines siempre se reconocen hablantes de una lengua común con Cataluña y Valencia. Se llamó catalán en la Edad Media, y se impuso la definición de mallorquín más adelante.

—¿La tierra se ve definida por sus propietarios?

—La tierra representa en la época tanto el medio geográfico como la organización política. Es la sociedad, es la isla.

—¿La patria viene enmarcada por la guerra?

—Es el lugar de nacimiento y es sobre todo Mallorca. El concepto patriótico podía aplicarse entonces a un simple pueblo, nadie dice hoy que "Palma es mi patria".

—¿La nación surge de un sentimiento colectivo?

—En la Edad Media agrupa a la gente del mismo origen y lengua, aunque no tengan la mínima voluntad de unión política. La pertenencia a la nación catalana implicaba la solidaridad por un origen compartido, pero sin otro significado político.

—Sus cristianos quemaban vivos a los judíos que no se convertían antes.

—Exacto, y eran cristianos que también condenaban a muerte a los esclavos que se relacionaban con mujeres libres, al revés no pasaba. Judíos y esclavos fueron aniquilados, en la terminología de Miquel Barceló.

—Usted escribe desde una perspectiva nacionalista.

—No, he intentado escribir desde una perspectiva histórica. No escondo mis ideas, pero he querido objetivizar mi subjetividad. De lo contrario hubiera sido una historia de buenos y malos.

—¿Cómo es eso de un reino sometido a un principado?

—Mallorca nunca estuvo sometida a Cataluña, era un reino separado. Hubo vínculos pero, al no tener Cortes porque a Ciutat no le interesaba, se dificultaba el encaje mallorquín cuando se convocaban para la fiscalidad.

—¿El idioma mallorquín equivale al idioma malagueño?

—¿En qué época?

—Cuando quiera.

—Según mi documentación, mallorquín hace referencia a la lengua del Reino de Mallorca, que es la misma de Cataluña y Valencia.

—¿Buscaba pelea?

—No. Soy consciente de que será un libro polémico, sobre todo para quienes no lo lean. Se pueden extraer fragmentos descontextualizados, de un sector y otro. De ahí que, por pretencioso que parezca, recomiende leerlo del principio al final, con los apéndices incluidos si es posible.

—¿Ya le han contestado los gonellistas?

—Y los catalanistas. Uno de los más graciosos decía que "mira si el autor está pagado por la Generalitat, que hasta se parece físicamente a Quim Torra". O me acusan de justificar el discurso de Més, cuando el soberanismo no busca fundamentar sus pretensiones en identidades, y yo escribo sobre ellas.

—Escribe un libro político.

—Hago un libro de historia, no de política. Desde el catalanismo, me atacan por decir que los mallorquines se definían como españoles. Desde el españolismo, por hablar de una nación de origen catalán.

—¿Ha llegado usted el primero?

—La pregunta es por qué hasta ahora no había un libro académico sobre esta cuestión. No es falsa modestia, pero historiadores tan eminentes como Miquel Barceló no lo escribieron.

—Un medievalista se ha de sentir en su salsa con el retorno de la peste del siglo XX.

—La peste medieval fue mucho más mortífera, en 1248 mató a la mitad de la población de mi Santa Margalida natal o de Muro. Hay que aprender del pasado, hacer caso de las recomendaciones cambiantes de las autoridades sanitarias. Se trata de evitar que esta epidemia se cronifique y nos acompañe durante dos siglos, como ocurrió en la Edad Media.

—¿La historia enseña que no sirve para el presente?

—La historia enseña a entender el presente. A predecir, nunca.