"Cuando entré en Juguesca me di cuenta de que el juego me tenía enganchado y que estaba limitando mi libertad. Con mucho esfuerzo y terapia logré salir de esa pesadilla", afirmó Pedro, un ludópata rehabilitado.
La Asociación Juguesca, que lleva más de veinte años tratando psicológicamente a los afectados por la ludopatía que está asolando los barrios de Palma, celebró ayer el Día Sin Juego con la lectura de un manifiesto en el barrio de Pere Garau, afectado por esta lacra. El evento acabó con una marcha de Nordic Walking por los locales de juego de la zona.
Uno de los pacientes que acudieron a la asociación explicó que sufre una enfermedad mental y que lleva en tratamiento por ludopatía desde hace tres años. "He sufrido varias recaídas pero ya llevo un año entero sin ir a ningún lugar de juego. Sigo con la ayuda de la fundación y estoy cerca de recuperarme de este mal sueño", señaló a este diario Pedro.
Antonia Miralles, psicóloga de la entidad, puso énfasis en el repunte del juego presencial y online en los barrios empobrecidos de Palma e instó a actuar a las administraciones para "cortar de raíz" estas prácticas adictivas. Además, tachó de insuficiente que las casas de apuestas estén cien metros de los colegios, que establece la normativa vigente. "Los jóvenes son vulnerables a este tipo de actividades. Creemos insuficiente la limitación a 100 metros que establece la normativa. Siguen teniendo muy fácil poder entrar y engancharse", se quejó.
Otro de los pacientes que recibió tratamiento narró que su adicción se remonta a su niñez. "Tengo 61 años y soy de una generación donde estaba prohibido jugar pero se jugaba por todas partes. Empecé jugando con 13 años en Frontón Balear con quinielas. Y a partir de ahí me enganché", recordó Luis. En su caso, la ludopatía vino acompañada de alcoholismo. "El juego me sirvió de refugio para cuando me va mal. El juego casi siempre va unido a la bebida".
La ludopatía es un trastorno caracterizado por la sensación impulsiva e incontrolable de participar en juegos del azar. Se crea en el jugador la necesidad de apostar con grandes cantidades del dinero por el grado de excitación que le produce. Habitualmente provoca estados de irritabilidad cuando no se logran los objetivos esperados y se utiliza como escapatoria de problemas sociales, o incluso para aliviar sentimientos de culpa, ansiedad y depresión. Y suele ir acompañado de un distanciamiento de la familia.
El exludópata agradeció a la entidad que le haya ayudado a darse cuenta que le estaban engañando. "Gracias a Juguesca supe que era adicto al juego y que necesitaba ayuda urgente. Con mucho esfuerzo y terapia logré salir de esa mala época", aseguró. Luis explicó que la razón de la que los salones de juegos tengan "vía libre para hacer lo que quieran" es la innacción política. "El mundo de las apuestas mueve mucho dinero en publicidad y los políticos no hacen nada por regularlo. Solo se acuerdan del pueblo el día de las elecciones. Estas empresas están haciendo mucho daño a la juventud, que se deja llevar sin darse cuenta de que supondrá su ruina", criticó.
Demandas
La Asociación Juguesca presentó nueve propuestas para atajar esta lacra que está "asolando los barrios de Palma". Su objetivo es disminuir los casos de ludopatía detectados. Entre ellas se encuentra la incorporación de conductas adictivas al Plan Nacional de Drogas; la limitación de la publicidad de empresas del azar; controlar el acceso de todos los visitantes a este tipo de locales; y elaborar planes de prevención.
Además, se plantea prohibir el consumo de bebidas alcohólicas y la eliminación de las tragaperras de los bares.
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