P ¿Qué sucede entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias?

R Son dos líderes que tienden al ego y la testosterona. Me parece innegable que el culpable, el que tiene la llave, es Pedro Sánchez, el PSOE. Se lo hemos dicho muchas veces: No le tenemos manía al PSOE, le tenemos memoria, y no esperamos nada, o bastante poco. El PSOE no hace, sino que se le obliga a hacer. Pero sí esperamos bastante de Podemos y, sobre todo, que sea consciente de la oportunidad histórica que tiene enfrente. Son dos señores cuyas diferencias son mucho mayores que las que hay entre un votante del PSOE y uno de Podemos, que las existentes entre sus más de 13 millones de votantes. Estamos hablando de la irresponsabilidad histórica de llevar a votar otra vez a esos 13 millones de personas el 10 de noviembre simplemente por sus fobias personales.

P Se da por hecho que habrá elecciones, pero ¿hay alguna posibilidad de lo contrario?

R Sí. Nosotros no lo damos por hecho, ni mucho menos. Todavía quedan muchos capítulos de esta serie de Netflix, una temporada incluso. Venimos de Cataluña, donde hemos llegado a investir a un presidente un domingo casi por la noche, in extremis. Oriol Junqueras pidió a Convergència y la CUP que se aferraran a la mesa de diálogo 24 horas antes y al final se consiguió. También creo que es una irresponsabilidad decir que está todo acabado, cuando queda una semana, pero que se atornillen a una mesa de diálogo hasta el último minuto.

P ¿Su pesadilla es un gobierno con Inés Arrimadas de ministra de Interior?

R Evidentemente sí, pero no es una cuestión personal. El hecho de que ella pueda llegar a ministra de Interior; Marcos de Quinto, de Economía; Abascal, de Defensa... es algo muy nocivo para todos. Aplicarán políticas neoliberales, restricciones de derechos civiles, sociales, nacionales... Podemos imaginar el 10 de noviembre si la derecha se junta para ir al Senado, por ejemplo, que es algo factible. Pueden aplicar el 155. También existe el riesgo, aún más real, de que el PSOE se fortalezca en unas futuras elecciones, Ciudadanos aguante y Podemos caiga, y que el PSOE mire a Ciudadanos. Este pacto también sería muy nocivo. En definitiva, la oportunidad para la izquierda es ahora.

P ¿Será la última vez que vote a Sánchez si al final se produce una segunda investidura?

R (Ríe) No lo sabemos. Tenemos que respetar el funcionamiento del partido, que es prácticamente asambleario. Hay argumentos para el sí, la abstención y el no. Los entiendo absolutamente todos y sería irresponsable por mi parte aventurar futuros votos.

P ¿Cómo afectará la sentencia del Procés a futuros pactos tras unas nuevas elecciones?

R Tampoco lo sabemos, aunque está claro que este otoño no será un buen momento para hacer política. Habrá enorme rabia, frustración, dolor de muchísimas personas en Cataluña y fuera de Cataluña. Gente que igual ni nos vota ni nos va a votar nunca, pero que son demócratas y consideran una auténtica salvajada meter en la cárcel a personas por sus ideas. Repito, lo que no hagamos ahora será complicado hacerlo después, pero vamos paso a paso.

P ¿Tras la sentencia, el indulto es el siguiente paso?

R Como afirma Raúl Romeva, no van a reconocer que hicieron algo mal. El indulto conlleva eso y no hay ningún análisis inteligente que pueda defender que votar está mal, que es un delito. Entre todos los partidos soberanistas debemos articular una respuesta conjunta y presentarla en todos los parlamentos que sea posible y, sobre todo, en el Congreso para intentar contrarrestar la sentencia y que el Estado reconozca que fue él quien lo hizo mal y que es una barbaridad lo que está pasando.

P En las islas, es partidario de una coalición entre ERC y Més. ¿No hay riesgo de que se diluya su formación?

R Nuestros compañeros de aquí consideran que es lo mejor y lo respeto. Yo también creo que el futuro pasa por coaliciones más o menos integradoras entre partidos de izquierdas, republicanos y soberanistas.

P En cambio, en Cataluña están con la derecha del PdCat por un objetivo común. Ya que hoy va de cuentos, ¿cree que si llega la independencia, acabará como Rebelión en la Granja

R (Ríe) No, hombre. Se hizo en un momento muy excepcional y, pese a que comporta enormes contradicciones, también lleva a grandes victorias. Hablamos de dos partidos que tienen espacios ideológicos, sociales y políticos muy diferentes, pero se unieron con un fin que les trascendía.

P ¿Y si llega la independencia?

R Yo soy partidario de que cada uno siga con sus siglas, que sea lo más fuerte posible en sus espacios políticos. No quiero el sempiterno debate, casi cainita, de las listas únicas, porque es falso. Eso sería una coalición electoral, pero no reflejaría la diversidad que hay en el independentismo. Prefiero que cada uno intente ganar lo máximo en su propio espacio y, a partir de ahí, formar gobiernos.

P ¿Es del Real Madrid?

R Soy perico, del Espanyol, pero es cierto que siempre he sentido más simpatía por el Madrid que por el Barça. En Cataluña lo fácil es ser culé y a mí en la vida me tira lo difícil. En Esquerra, ha habido gente en mítines con la camiseta del Madrid o la Selección. Yo soy seguidor de la Selección española y no pasa nada, pero nos quieren colocar el estereotipo de que los catalanes estamos todo el día con la barretina, bailando sardanas y somos todos del Barça. Es como si pensáramos que en Madrid todo el mundo es del Real Madrid y le gusta Jiménez Losantos.

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