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Análisis

Alorda echa a Busquets y Balboa a las fauces de Més

Joana Maria Campomar, Bel Busquets, Miquel Gallardo y Miquel Ensenyat, pillados la noche de San Juan en la plaza de Llubí, antes del aquelarre. En el recuadro, Antoni Alorda, el instigador en la sombra. revista 'sa plaça'

Este fin de semana Antoni Noguera ejerce de mediador en Més. El jueves, el exalcalde de Palma fue uno de los que pusieron paz en una tensa ejecutiva que terminó sobre las dos de la madrugada, y se autoerigió en el negociador que debe dar salida a esta crisis. En teoría, el plazo máximo expira el lunes, porque una indignada Armengol apremia para nombrar a los consellers. “Francineta que se espere, en Més manda Més”, se despachaba a gusto ayer a mediodía uno de los dirigentes del partido.

Noguera trata de conseguir tres nombres de consenso tras el veto a Fina Santiago, Miquel Ensenyat y Vicenç Vidal impuesto por la cúpula ecosoberanista. El ahora concejal de Cultura palmesano intentó durante toda la jornada salvar al todavía conseller de Medio Ambiente, tras haber sido uno de los que secundaron su ejecución el martes pasado en la sede de Antillón. Este cambio de postura de Noguera obedece a la bronca que le soltó su amigo y mentor de Vidal, Jose Ferrà, tras saber que el exalcalde incluso había aplaudido a los coordinadores de Més, Bel Busquets y Guillem Balboa, por su maniobra. “Habéis sido muy valientes”, les dijo delante de toda la ejecutiva.

Vidal “está quemado y ya no quiere saber nada” de reconducir su situación, asegura otra fuente del partido. Con Ensenyat pasa igual, por lo que del trío defenestrado solo Santiago podría reflotar y mantenerse como consellera. Su alianza con el clan de Esporles -las piruetas que hay que ver en política- puede ser clave.

Si el guión sale como está previsto, la asamblea del lunes refrendará la nueva propuesta de consenso impulsada por Noguera; lo contrario implicaría la caída fulminante ipso facto de Busquets&Balboa, una nueva guerra por el poder que Més no puede ahora permitirse. No obstante, el dúo está sentenciado. Cayó en desgracia el mismo lunes por la noche en Llubí, cuando asumió como propia la Operación Alorda. El histórico dirigente del PSM -un astuto animal político donde los haya-, se encargó de que todo el mundo viera su oposición en CCOO al reparto de conselleries acordado por Més y PSOE; también, de convencer a su colega en Medio Ambiente Miquel Mir para que acepte ser el sustituto de Vidal. Y en plena vigilia de San Juan, logró que Busquets y Balboa le compraran el desbancamiento de Santiago, Vidal y Ensenyat y dieran un golpe de timón al Titanic en hundimiento.

“Bel y Guillem están muertos”, afirma uno de los protagonistas de esta crisis. “Habrá un congreso en octubre, extraordinario, y entonces caerán. Su intención era buena, pero la han cagado con las formas. Las cosas no se hacen así”, afirma esta voz sobre cómo pusieron ambos líderes en práctica el plan urdido por Alorda. “Antoni es muy inteligente, él da las instrucciones, pero siempre se esconde tras la roca; su estrategia podía haber sido útil en clave de partido, pero estos dos han sido unos pardillos y se han hecho el harakiri”, resume.

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