El viernes, terminado el acto oficial por el Día de las Illes Balears, Biel Company disfrutó mostrando el hemiciclo autonómico a Pablo Casado. "Aquí nos sentamos nosotros", le enseñó el presidente del PP de las islas la bancada de la oposición. "¿Todo esto es nuestro?", dijo asombrado el líder del partido, observando tantos escaños.

Rodeados de cámaras, Company eludió comentar a su jefe que empezó hace cuatro años con 20 diputados en su grupo, y ahora tiene 18. Por el camino perdió a Álvaro Gijón -actualmente en el mixto-, y esta misma semana se le ha ido el menorquín Antoni Camps, para ser el próximo candidato de Vox.

El ya exdiputado de ultraderecha será sustituido en breve, por lo que Company terminará la legislatura con los 19 escaños. Lo que no tienen nada claro en el PP balear, a menos de tres meses para las elecciones autonómicas, es si los revalidarán.

El de 2015 (10 escaños en Mallorca; 5 en Menorca y 5 en Eivissa,) fue el peor resultado en la historia de los conservadores; 2019 se antoja aún peor, confiesan dos cargos municipales y un miembro de la dirección del partido. Se habla de encuestas que solo arrojan 13 diputados, una auténtica hecatombe. "En Menorca perdemos uno como mínimo, por Camps, y en Eivissa es donde mejor resistimos por el gancho de José Vicente [Marí Bosó], pero la ley d'Hont puede perjudicarnos y no afianzar el quinto" parlamentario en la pitiüsa. Otros barómetros reducen la sangría de 20 a 15 escaños "en el mejor de los casos", sentencia una de las fuentes. El mismo número que tiene el PSOE, y que -dicen- firmaría ahora mismo el propio Company. En ambos supuestos, Vox recoge lo perdido. De modo similar, un sondeo encargado por la izquierda durante la campaña andaluza da 6-7 diputados al PP en Mallorca, de los que uno o dos van a la formación de Jorge Campos, y el resto a Ciudadanos.

Este contexto agorero es el que explica la venida, con tres días de diferencia, de Albert Rivera y Casado a Mallorca. El primero busca evitar que los seguidores en el PP de José Ramón Bauzá (2.000 en su día frente a los 5.000 de Company, cuando pugnaban por el mando del partido, empatando ambos en Palma con casi 700 votos) vayan a parar todos a Vox; el segundo, taponar la hemorragia abierta en solo una semana con el fichaje por Cs del expresidente del Govern, las bajas de Camps y de otra docena de afiliados del PP de Calvià.

Los dos líderes estatales de Ciudadanos y el PP saben que Company "lamentablemente no suma, esto es así", dice uno de los consultados. "Biel no tiene el tirón que todos esperábamos, carece de liderazgo, los empresarios no se lo tragan", abunda otro. "Será más recordado por su pasoboble en la manifestación de Colón en Madrid que por sus preguntas" semanales "a la presidenta" del Govern en el pleno del Parlament, zanja.

No es solo Company, los principales carteles electorales en los pueblos adolecen del gancho necesario: "Nuestros candidatos en Inca, Manacor, Llucmajor, Campos, sa Pobla o ManacorLlucmajorsa PoblaSantanyí son malos; contrapón a nombres de antaño como Pere Rotger, Antoni Pastor, en Peixet [Sebastià Sagreras], Biel Serra o Jaume Font, Miquel Vidal o Llorenç Galmés, a los de ahora: ningún primera espada, ¡si ni siquiera muchos de nosotros los conocemos!", hace un fatídico diagnóstico un dirigente local de la formación. En muchos municipios los presidentes de juntas dedican más tiempo a tratar de neutralizar posibles listas municipales de Vox que a consolidar a sus votantes, "es un drama".

A la falta de caché se suma la "ausencia de estrategia", que ha propiciado que "Francina [Armengol] sea hoy por hoy la candidata aventajada con diferencia", remachan estas voces desde el PP. "¿En qué temas has visto que seamos una alternativa a estos del Pacto de izquierdas?", se preguntan. La última batalla perdida, la del Régimen Especial: "Criticamos el REB con dureza pero terminamos votando a favor ¿Cómo lo explicas?".

Con casi todo en contra, son muchos los barones que no entienden el regreso del PP a la confrontación lingüística. Recuerdan que Bauzá les llevó a la derrota tras movilizar a 100.000 personas en las calles contra su política con la lengua, y el giro al regionalismo aprobado en el congreso que dio la presidencia del partido a Company. "El tema del catalán estaba enterrado, y ahora volvemos a la misma guerra", ven equivocada la línea de Company.

Claro que el discurso en contra del catalán lo impone Casado desde Madrid. Es el mismo que defiende Rivera, y en Mallorca estuvo capitaneado por Bauzá. Con un postureo que a nadie convence, a Company le obligan a traicionarse a sí mismo.

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