Sesenta torres conectadas con fuego y humo en homenaje a las refugiadas, colectivo al que fue dedicado el encendido de torres, atalayas y castillos que este año cumplía su tercera edición en plena expansión. Con el lema 'Talaies i talaiots de les Illes Balears. Un cant pels drets humans', protagonizaron la iniciativa 48 puntos en Mallorca y, como novedad, una quincena en Menorca, uno en Eivissa, otro en Formentera y otros dos en Marruecos, en la localidad de Ouedlaou.

Hubo dos encendidos con bengalas: a las 13.00 horas y a las 18:15 horas, y como el año pasado con el Castell de Bellver como centro de operaciones. A mediodía se leyó un manifiesto en el que se puso de relieve "la doble dificultad que supone ser refugiada y mujer".

El acto se cerró con el canto del Viatge a Ítaca, interpretado por los miembros del Orfeón Ramon Llull y la coral Ireneu Sagarra.

El Consell, organizador de esta iniciativa solidaria, informó de que el humo tardó nueve minutos en llegar a Ponent desde Bellver, y otros 21 minutos por el itinerario que unió puntos de encendido en la Serra, Llevant y Migjorn.

El encendido de la tarde en Bellver lo protagonizó Fina Santiago, consellera de Servicios Sociales y Cooperación del Govern.

La iniciativa se focalizó en la defensa del patrimonio histórico y arquitectónico de las islas, las refugiadas y, este año, con una crítica "a los discursos xenófobos" que coinciden con el ascenso de la extrema derecha en España.

El primer encendido tuvo lugar en la torre de na Pòpia, en sa Dragonera y la señal, que tomó dos itinerarios, se unió en el Castell de Bellver, donde estaba ubicada la jefatura de mando en defensa de los derechos humanos.

Por la noche los puntos luminosos fueron muy visibles en diferentes puntos del litoral e interior de Mallorca.

La iniciativa, nacida hace tres años en el IES Marratxí e impulsada por la Societat Balear de Matemàtiques, busca poner en valor un sistema de comunicación basado en el humo y el fuego con siglos de historia. Entonces se trataba de avisar a la población de la llegada de invasores a la costa; ahora el guion ha dado un giro y se trata de reivindicar a los que huyen de la guerra y el hambre por mar.

Hay torres de defensa que ya no existen, pero buena parte de ellas siguen en pie. En el caso de Mallorca, medio centenar de ellas recuperaron por unas horas su antigua función.