Son Espases está aplicando la metodología Lean (instrumento aplicable a todo tipo de procesos para conseguir una mejora continua de los mismos) al código ictus intrahospitalario, esto es, al conjunto de acciones asistenciales que se aplican a un paciente una vez que ha entrado en Son Espases a consecuencia de un infarto cerebral.

Y el objetivo, nada desdeñable en un proceso asistencial que ya se realiza a contrarreloj, es acortar el tiempo de actuación en media hora ni más ni menos.

La doctora Silvia Tur, neuróloga de Son Espases, explica que, antes de su llegada al hospital, no hay un tiempo establecido como el más idóneo para la arribada del paciente al centro sanitario donde va a ser atendido. "Cuanto antes mejor, no hay un tiempo marcado, que llegue lo antes posible", corrobora la facultativa.

Esta profesional explica que los familiares de la persona afectada deben avisar cuanto antes al servicio de urgencias médicas del 061. Estos profesionales, una vez que han valorado al paciente, avisan al médico regulador que es el que activa el código ictus.

De esta manera, en el hospital ya está esperando la llegada inminente de un paciente de estas características un equipo multidisciplinar formado por neurólogos, radiólogos, personal de laboratorio, la unidad de ictus del servicio de Neurología, celadores y, por supuesto, el servicio de urgencias, detalla la doctora Tur.

"Los pacientes a los que se aplica el código ictus son los que precisan que se les reabra una arteria cerrada. Solo corremos para abrir una vía ocluida bien sea mediante una fibrinolisis (disolver el trombo mediante un fármaco que se inyecta en el paciente vía venosa) o una trombectomía mecánica (procedecimiento mediante el cual se accede a la oclusión mediante un catéter que retira el trombo). O bien ambas", matiza la especialista.

"Estamos intentando mejorar los circuitos intrahospitalarios para actuar con más rapidez. Nuestra intención es reducir al menos media hora el tiempo que usamos en cualquiera de los dos tratamientos que empleamos para reabrir una arteria", revela la neuróloga.

Entre las ventajas de una atención más rápida, esta profesional recalca que "cuanto antes se consiga una circulación regular de nuevo menos secuelas tendrá el paciente porque se salvará más tejido cerebral. Mejorará significativamente el pronóstico funcional del enfermo, se reducirán las posibles secuelas".

Entras estas últimas, la neuróloga cita los problemas de movilidad que suelen tener las personas que han tenido un infarto cerebral así como las dificultades para hablar correctamente, los problemas de sensibilidad, de equilibrio, de memoria, de conducta o de visión.

Por último, la doctora Tur refrenda los datos ofrecidos ayer por la Sociedad Española de Neurología con motivo del Día Mundial contra el Ictus que hablan de que estos infartos cerebrales afectan cada año a unas 2.500 personas en las islas y provocan el fallecimiento de unas 400 de ellas. "Aunque hemos mejorado mucho porque han mejorado los tratamientos y ahora se sabe más de esta patología. Año a año la mortalidad se reduce. En 2002 fallecían cerca de 700 personas", contrapone.