Desde hace aproximadamente un mes, una paciente polaca dada de alta en el hospital Psiquiátrico, que al parecer no tiene dónde ir, ha decidido instalarse precariamente en los jardines del centro que atiende trastornos mentales. Con varios cojines tomados prestados de las dependencias sanitarias, se ha confeccionado una cama en la que pasa las noches veraniegas al raso.

Esta situación tan insólita en una dependencia sanitaria ha sido denunciada por los trabajadores del propio hospital, que revelaron que esta paciente, una mujer de entre 30 y 40 años de nacionalidad polaca, llegó a la unidad de subagudos del Psiquiátrico remitida por la unidad agudos de Son Espases, derivación habitual para pacientes con los que resta hacer algún tipo de actividad asistencial.

"Le dieron el alta de la unidad de subagudos el pasado 29 de junio, hace ahora casi un mes, pero como al parecer no tenía dónde ir se instaló en el jardín del club social", explica uno de los trabajadores del Psiquiátrico que se puso en contacto con este diario para denunciar esta atípica situación.

Una situación para los que los gestores del Psiquiátrico están buscando una "solución jurídica", según han asegurado a sus subordinados. Aunque, mientras tanto, les han prohibido que le suministren alimentos e incluso agua, denuncian.

Cómo ha conseguido sobrevivir durante todos estos días es una incógnita, aunque trabajadores del centro aseguran que ha sido sorprendido en varias ocasiones en la cocina. "Y los propios pacientes le dan comida", subraya otro empleado, que lamenta el deplorable estado en el que se encuentra esta persona: "No realiza ningún tipo de aseo personal, lleva la misma ropa desde el primer día, pese a que va a todas partes con una bolsa. Le hemos ofrecido ropa y la posibilidad de asearse, pero no lo acepta. ¡Estamos en un hospital, esto es antihigiénico!", denuncia.

Le han ofrecido lavarle la ropa que lleva puesta, pero rechaza todo tipo de ayuda. "Está como perdida, como si no supiera dónde ir", se compadece otra empleada, que revela que en una ocasión les pidió que contactaran con una hermana que al parecer vive en la isla.

Contactó con la hermana

"Y lo hicimos. Yo misma le pasé el teléfono y comprobé cómo estuvo un rato hablando con ella. Luego colgó y me dijo que su hermana no quería saber nada de ella. Y ahí se quedó la cosa", explica la trabajadora, que añade que pese a que habla y entiende el castellano, se trata de una persona muy introvertida, a la que cuesta sacarle las palabras.

"Si la conversación toma un giro que no le interesa, no te contesta. Se da la vuelta y te ignora. En mi opinión, aunque no soy ninguna especialista, esta persona necesita algún tipo de ayuda, no está bien. Y menos en estas condiciones, malviviendo de esta manera", asienta una de las empleadas del Psiquiátrico que reitera que esta "refugiada" está "como asustada, sin saber adónde ir" y que revela que en alguna ocasión le ha pedido que le llevara a su casa.

Toda este relato es básicamente corroborado por el director del Psiquiátrico, el austríaco Rainer Oberguggenberger. "A esta paciente le dimos el alta médica el pasado 26 de junio cuando ya tenía una plaza asignada en el albergue de Ca l'Ardíaca. Esta es la manera en la que actuamos con pacientes problemáticos socialmente como ella, no les dejamos en la calle", explica el responsable.

"Pero la rechazó, no acudió porque no quiso y regresó a nuestro recinto y se instaló aquí. Desde entonces hemos intentado buscarle algún otro recurso asistencial con la Cruz Roja, pero también lo ha rechazado", continúa.

Oberguggenberger revela que la Policía ha acudido en más de una ocasión al Psiquiátrico en este último mes, pero que no puede hacer nada, no se puede obligarla a salir del Psiquiátrico porque se vulneraría la ley de la autonomía del paciente.

Orden de alejamiento

Esta ley, explica el director, impide actuar con un paciente sin su consentimiento expreso excepto cuando provoca daños a terceros, se autolesiona o su estado de salud es de tal gravedad que aconseja la intervención.

"Ella padece un trastorno mental que se encuentra en la misma fase que otras 30 personas que en estos momentos estarán viviendo en las calles de Palma y que rechazan toda ayuda. Prefiere, por los motivos que sea, vivir al margen de nuestra sociedad y no acepta ni siquiera irse a vivir a un piso de acogida. Por eso, si no cambia de opinión antes, tendremos que esperar a que sufra un agravamiento de su estado que obligue a llevarle a urgencias. Y, mientras se encuentre fuera, tendremos que solicitar una orden de alejamiento a los juzgados para impedir que vuelva a instalarse aquí. Esto es lo que nos ha recomendado los servicios jurídicos porque no podemos actuar de otra manera", concluye Oberguggenberger subrayando que siempre respetará la autonomía del paciente siempre y cuando no cause problemas.