Ciudadanos ha tomado tanto impulso que salta los peldaños de dos en dos. El cuarto partido de Balears en las elecciones generales de 2015 y 2016, además de inexistente en anteriores comicios, se catapulta a la segunda posición de la comunidad en unas parlamentarias. Solo le mira la espalda al PP. Así se desprende de la exploración en la comunidad del último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas, una labor que lleva a cabo periódicamente Carles Castro, analista demoscópico de La Vanguardia.

La lista de Albert Rivera suele obtener mejores resultados cuando no hay elecciones a la vista. Al igual que ya ocurriera en la efervescencia dilapidada por Podemos, falta averiguar si la escalada de Ciudadanos en Balears corresponde a un momento de euforia transitorio, o si traduce el eclipse del PP detectado a escala estatal.

A partir de los datos del CIS, el pujante Ciudadanos no solo tutea al PP casi siempre inalcanzable en Balears. También adelanta a un PSOE indolente. Por fortuna para las fuerzas tradicionales, el auge no se traduce en un seísmo en la asignación de los ocho diputados que corresponden a Balears, entre los 350 del Congreso. Las corrientes de fondo en el flujo de votos se disimulan en la superficie.

El actual reparto de escaños se mantuvo sin variaciones en los comicios consecutivos de finales de 2015 y mediados de 2016. La quiniela vigente PP (3)-Podemos (2)-PSOE (2)-Ciudadanos (1) evoluciona, según la proyección de los resultados del CIS, hacia un cuádruple empate a dos diputados. Sin embargo, la clasificación pasa a ser PP (2)-Ciudadanos (2)-PSOE (2)-Podemos (2).

De cumplirse el resultado apuntado, el bipartidismo empataría con las formaciones emergentes por primera vez en la historia de la democracia. Conviene recordar que Balears disfrutó de un bipartidismo puro en las once primeras elecciones desde la muerte de Franco. Con vaivenes de escaso calado, PP/UCD y PSOE se repartían el botín electoral.

Un nuevo mapa político

La penetración igualitaria de los populismos establece un nuevo mapa político en Balears, pero se ve superada en trascendencia ante la conquista de las dos primeras plazas por sendas fuerzas de centroderecha. Los conservadores arrasan en las generales en la comunidad. Hasta ahora, la alternancia perfecta impedía esta concentración de poder a un mismo lado del espectro.

La concentración del voto en dos formaciones de derecha obliga precisamente a establecer alguna cautela, en torno a la distribución del cuarteto 2-2-2-2. El escoramiento conservador no se corresponde con la autoubicación ideológica de los votantes de la comunidad, por lo que exigiría una notable abstención en las filas de electores izquierdistas pero desmotivados por la trayectoria languideciente de PSOE y Podemos.

Al mismo tiempo, la preponderancia del conservadurismo exige que Ciudadanos cumpla por primera vez con sus expectativas. En las dos elecciones anteriores se le adjudicaron un par de diputados, que no materializó. Su auge es incontestable a falta de graduarlo, pero acumula resultados prometedores sin sombra de estructura o de liderato en Balears.

Por orden de llegada, el PP cae de cinco a dos diputados en la comunidad, a contar desde la marcha triunfal que coronó a Rajoy en 2011. La comunidad aportó cinco diputados al segundo mejor resultado de todos los tiempos, frente a tres del PSOE. La pérdida del sesenta por ciento de los escaños conservadores adquiere perfiles trágicos, en tanto que traslada una cifra estatal que apenas llega al centenar. Sin embargo, la preservación del liderazgo entre los partidos locales preserva un cierto orgullo de los populares, al margen de datos desfallecientes.

El PSOE balear puede presumir de que mantiene sus dos escaños. Estabilizado o estancado según el punto de vista, el resultado regional lo mantiene alejado de La Moncloa salvo una carambola inverosímil. Seguiría por debajo del umbral del centenar de diputados. A tenor del escrutinio de los porcentajes del CIS, no capitaliza ni la presidencia del Govern ni el retorno de Pedro Sánchez.

Los socialistas no progresan ni se hunden. Ya conocieron un descenso a la tercera plaza en las dos elecciones previas, ahora pueden enarbolar el dudoso título de primera fuerza progresista por errores de Podemos, que ostenta el honor de haber protagonizado el primer sorpasso de Balears desde la implantación del bipartidismo.

El efímero viceliderato de Podemos cursa también sin perder ninguno de sus dos escaños actuales. Mientras Ciudadanos ha penetrado en feudos que parecían inaccesibles como las Castillas o Extremadura, el partido de Pablo Iglesias solo obtiene resultados apreciables en entornos urbanos, lo cual se traduce en la primera plaza anunciada en la provincia de Barcelona. Ni siquiera está clara la denominación que utilizará para concursar. Su cuarta posición en Balears lo coloca a riesgo de quedarse con un solitario escaño, ante un repunte de cualquiera de sus rivales.

La delicada conmoción que está sufriendo el mapa electoral de Balears se refleja en la igualdad a ambos lados de la distribución entre izquierdas y derechas. El empate a cuatro alimenta la ficción de un reparto equilibrado y acorde con la tradición. Con todo, el sondeo del CIS puede calificarse de moderado respecto a la evaluación de Ciudadanos, dado que no discute la mayoría minoritaria que no victoria del PP, así en el conjunto del Estado como en Balears.

Moncloa, al alcance de Rivera

Sin embargo, la encuesta más comentada del año fue realizada por Metroscopia para El País. No solo apostaba por un triunfo de Ciudadanos que sería histórico con independencia de sus proporciones, sino que le otorgaba cuatro puntos de ventaja sobre un PP reducido a la exigua mitad del éxito arrollador de 2011.

Los márgenes de este sondeo colocan La Moncloa al alcance de Rivera. También implican un reparto distinto de los ocho diputados de Balears. El cuádruple empate se disolvería, al igual que el orden de llegada. Ciudadanos se colocaría en primera posición en la circunscripción balear, a partir de la cuarta que ocupa en la actualidad.

Con los márgenes de Metroscopia, el vuelco en la cima repercutiría cuantitativamente. El solitario escaño de Fernando Navarro para el partido naranja se triplicaría, de acuerdo con la gama Ciudadanos (3)-PP (2)- PSOE (2)-Podemos (1). La formación de Pablo Iglesias paga aquí la fragilidad exteriorizada en un retroceso de la segunda a la cuarta plaza. Los emergentes de izquierdas también se verían lesionados por una recuperación de los populares.

Pasando de lo particular a lo general, la reedición del 3-2-2-1 ya tradicional en Balears con Ciudadanos en lugar del PP, supondría una mayoría absoluta sin precedentes de la derecha en el Congreso. Desbordaría con holgura la mayoría absoluta fijada en 176 diputados, aunque desde la ironía de un cambio de líder.

En Balears, el éxito vaticinado a Ciudadanos en las estimaciones más aventuradas descabala la cuidada nivelación entre izquierda y derecha. El cinco a tres para los conservadores requeriría de una migración masiva de votantes socialistas hacia las redes de Rivera. Se advierte que el PSOE se limita siempre a ejercer un papel de comparsa, que no puede reinar aunque sí decidir quién ha de ocupar el trono.

Al margen de las torsiones a que se someta el 2-2-2-2 que sirve de matriz a las generales, Balears ha abandonado la atonía de cuarenta años de bipartidismo. Es la única comunidad con lengua propia que nunca ha elevado a un diputado nacionalista al Congreso. Ha ejecutado con virtuosismo un voto diferencial, que se acamaba según la naturaleza regional o estatal de los comicios. De ahí que las variaciones en curso no merezcan la intromisión de la identidad de los candidatos concretos. La suerte de las generales dependerá en exclusiva de los cabezas de lista en Madrid.