La sala primera de la Audiencia de Palma confirmó ayer la prisión de un hombre de nacionalidad rumana acusado de acosar a uno de los principales testigos del caso Cursach, la presunta trama de corrupción dirigida por el empresario de la noche del mismo nombre. El tribunal ha desestimado la petición de la defensa del investigado de decretar la nulidad de esta pieza separada por presuntas anomalías en la instrucción del caso Cursach por parte del juez y del fiscal.

Según los magistrados, existen indicios de que el imputado desoyó una orden de alejamiento sobre el testigo, un antiguo camarero de la discoteca Tito's y que ha venido denunciando acosos, amenazas y agresiones para obligarle a rectificar.

La defensa del imputado, ejercida por José Ignacio Herrero, había planteado al tribunal la existencia de supuestas irregularidades en la instrucción de esta pieza separada del caso Cursach y había pedido la nulidad de la causa. Herrero es, junto al también letrado Vicente Campaner, uno de los abogados que cuestionan la ortodoxia de la actuación del juez Manuel Penalva y del fiscal Miguel Ángel Subirán en el caso Cursach. El Tribunal Superior de Justicia tiene pendiente de pronunciarse sobre una querella de estos abogados, donde, entre otros extremos, denuncian irregularidades procesales en relación a varios testigos que declararon a favor del rumano encarcelado.

El auto de la Audiencia declara que solo puede pronunciarse sobre la idoneidad de la prisión preventiva y añade que sobre el imputado pesan sospechas de que en dos ocasiones se aproximó al testigo protegido desoyendo la orden de alejamiento.

Riesgo de reincidencia

Los magistrados estiman que existe riesgo de reincidencia en el sospechoso, por lo que ratifican la idoneidad de su prisión preventiva.

La primera orden de acercamiento se dictó a raiz de un acoso ocurrido el pasado 22 de julio. La segunda aproximación habría tenido lugar el pasado 5 de octubre.

El antiguo empleado del Grupo Cursach estaba en un establecimiento de compraventa de vehículos y observó al imputado que estaba fuera del negocio vigilándolo. El testigo protegido avisó a la Policía que identificó al sospechoso. La defensa acusó al camarero de ser un mentiroso y de ser él el perseguidor del imputado. También aportó unas grabaciones de conversaciones entre los dos hombres, que el tribunal no estima como prueba de descargo.