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Lletra menuda

El consumo es religión

El Black Friday es un chivato, un enorme delator. La forma y sobre todo la rapidez con la que ha triunfado es fiel reflejo de nuestros comportamientos, de cómo somos y del qué nos motiva. Vista la fiebre y la obsesión casi enfermiza por el viernes negro sobrevenido por devoción hacia todo lo norteamericano, la conclusión es fácil y rápida: demos la Navidad y sus valores por perdidos porque el consumismo es la nueva religión en boga con fieles de tarjeta de crédito y sacerdotes de la liturgia del descuento y el control de precios que crea adicción.

Los comerciantes se frotan las manos porque el Black Friday les crece como la espuma y los consumidores han profesado sin reparo la fe inmediata del materialismo. Se ha levantado el telón de la inacabable fiesta invernal del consumismo envuelto en papel de celofán.

Las rebajas de invierno y las jornadas extras del puente de la Inmaculada son moda pasada y superada. Ahora no hay más dios que el Black Friday que obra el milagro de incrementar ventas hasta en un 10% en un mes en relación al año anterior.

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