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Análisis

Mallorca se vende con su imagen más idílica

Mallorca se vende con su imagen más idílica

¿Recuerda la última vez que encontró una playa desierta en verano en Mallorca? Yo sí. Fue hace unos doce años, cuando mi mujer y yo cometimos la heroicidad de caminar durante una hora bajo un sol de justicia, cargando bebidas y sombrillas. Pero valió la pena. En el arenal, una de las últimas grandes playas vírgenes de la isla, apenas había una o dos parejas más, con lo que pudimos colocarnos a una distancia suficiente para pensar que estábamos solos. Es la imagen que más se acerca a lo que debe ser el paraíso.

Un paraíso perdido. Desde entonces, todos los intentos por repetir la experiencia han fracasado. Puedes levantarte a la seis de la mañana, conducir una hora hasta el otro extremo de la isla y caminar otra hora más. Cuando llegas te encuentras con una multitud de gente que ha tenido tu misma idea. Sencillamente, la isla acoge a demasiada gente en verano, y cuando tienes una densidad de población cercana a la de Hong-Kong, no hay paraísos que valgan.

Pero seguimos utilizando esa imagen idílica para atraer a más turistas. Las enormes fotografías que reciben a los viajeros en las paredes del aeropuerto de Son Sant Joan o las de las campañas publicitarias muestran a los visitantes una de las pocas cosas de las que no van a poder disfrutar en la isla: la soledad. Esa foto de es Trenc, en la que una pareja pasea por una playa desierta debe de estar tomada en una luminosa mañana de enero, y probablemente de hace unos cuantos años. Y lo mismo se puede decir del pintoresco mercado en un pueblo perdido.

Contamos con la ventaja de que para una gran cantidad de turistas, las aglomeraciones humanas se ven compensadas por el clima y la belleza que todavía conservan muchos parajes de la isla. Pero esto no nos valdrá siempre. Muchos de los visitantes probablemente preferirán buscar otros destinos si la presión humana en la isla se hace insufrible. Y llegará un momento en el que no se dejarán embaucar por postales del pasado.

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