Los municipios muestran la evolución al alza detectada en la distancia entre el empleo que Mallorca genera en verano y el que muestra durante el invierno. Solo que mientras que algunos mantienen una situación más estable y la grieta muestra un crecimiento más moderado, como puede ser el caso de Palma, en otros, más relacionados con la industria turística, se puede hablar de auténtica ruptura, con Calvià como uno de los ejemplos más claros.
Hay que tener en cuenta que la capital balear acoge un abanico empresarial enormemente amplio, con centros de trabajo en los que sus niveles de actividad muestran escasas variaciones a lo largo de todo el año. Así, en 2007 el número de personas que trabajaron en Palma durante el mes de julio solo fue un 9,8% superior al de las que lo hicieron en diciembre. Sin embargo, la crisis también ha tenido consecuencias en este municipio, y esta diferencia llegó a ser del 16,7% en 2011 para a partir de ese año tender a moderarse y situarse en un 13,8% durante el pasado ejercicio, cuatro puntos por encima de 2007.
La situación de Calvià es radicalmente diferente. En 2007 había en julio un 56,3% más de personas trabajando en este municipio en relación a las que se contabilizaron en diciembre. Solo que aquí la citada brecha ha alcanzado proporciones más similares a las del Gran Cañón de Colorado: en 2016 esa diferencia se ha situado en un 101,5%, es decir, en julio había el doble de personas con un empleo respecto a las de diciembre.
Manacor e Inca muestran tendencias más moderadas, aunque en el primero de estos municipios, con mayor influencia de la actividad turística, las tasas son más acentuadas. Así, en el del Llevant mallorquín el empleo estival era un 13% superior al de diciembre durante 2007, para subir hasta el 20,8% en 2011 y cerrar el pasado año con una diferencia del 18,3%.
En la más industrial Inca, esa distancia era del 6,4% en 2007, para alcanzar un máximo del 15,1% en 2011, y llegar a 2016 con una diferencia entre el empleo estival y el invernal del 11%.
