Los jueces son un colectivo básico para el estado de derecho y la democracia, pero en sus genes late la discrepancia a la hora de interpretar la Ley. Unos ven una cosa blanca, mientras que otros la califican de negra y los terceros afirman que su color es gris. El derecho son los cien mil matices de los grises.
En el caso Nóos tenemos varias doctrinas: Botín, Atutxa, Castro, Roca, Gómez Reino y ahora se une Audiencia de Vizcaya. Además hay votos particulares para todos los gustos.
Los abogados de doña Cristina se muerden las uñas y sueñan con que su cuestión previa sobre la doctrina Botín sea admitida de forma clara y rápida por el juez Yllanes y sus compañeras. Sería un éxito clamoroso.
Ellos son optimistas o venden optimismo. Cuando doña Cristina declaró ante el juez José Castro y el fiscal Pedro Horrach, el 8 de febrero de 2014, salieron de los juzgados de Palma proclamando que todo estaba aclarado y que la hermana del Rey había dado las justas explicaciones. Cuán errados andaban. Qué poco conocían a Castro.
El tribunal tiene una idea bastante aproximada de lo que es el caso Nóos y de sus consecuencias, pero todo está abierto. Si como parece al menos cinco acusados pactan su confesión con la fiscalía, otros implicados lo tendrán difícil para salir indemnes.
Pero las dudas importantes versan sobre Cristina de Borbón, que de no ser hija y hermana de reyes sería una acusada de cuarta categoría.
