La ceremonia empezaba a las 11.18 y acababa a las 12.18 horas, que a los chinos les dan suerte los 18 y esas coronas de flores que aquí se llevan a los funerales: la fusión cultural no siempre fluye, a veces choca. Aunque el sentido del humor es capaz de saltar hasta la muralla china. Gracias a ello fue un éxito la celebración agridulce del hecho de que Mallorca haya hecho caja vendiéndole a China una de las joyas de su historia hotelera. Entre jamón de pata negra de por aquí y soja y rollitos de por allí, la mañana de sol que saludó la refundación del Valparaíso sabía a concurso gastronómico. Ganaron los asistentes, primero sorprendidos por la estridencia de colorines en un cinco estrellas hasta ayer clásico, y luego entretenidos por las cabriolas de tres dragones interpretados por los chicos de la Asociación de Cultura Asiática llegada de la capital china en Europa: Alcorcón, el nudo logístico asiático en el continente.

Aunque no todo era fusión y mestizaje de Oriente y Occidente, que, entre tanto discurso formal de autoridades de postín, uno y solo uno de los oradores pensó en colar una palabra en idioma ajeno para celebrar la boda. Fue Mateo Isern, alcalde que gobierna en todas las cámaras de fotos de mujeres chinas presentes en la fiesta, que se animó a usar la sonrisa que desarboló a Rajoy para ganarse a la concurrencia dando la bienvenida y las gracias en chino. El president Bauzá se ahorró el ataque de celos dejando la cita en manos del conseller de Turismo, al que siguió en los discursos un cargo que habla de lo que se viene encima: el "alcalde y comisario político" de Nankín (así lo presentaron), que en China los alcaldes son comisarios políticos sin el disimulo de las autoridades locales. Luego todos fueron felices y comieron lo que sea que había dentro de esos deliciosos canapés de fusión cultural. Quizá el futuro es mestizo, pero en el Valparaíso manda China.