Joan, Miquel, Antònia, Lucía, Sebastiana... Ellos son (o fueron) la excepción a la regla. Brillaron como estudiantes y obtuvieron notas muy por encima de la media a base de motivación y esfuerzo. Ellos no hicieron las pruebas PISA (Programme for International Students Assessment) que miden el nivel educativo de los países y que dejan a Balears a la cola en comprensión lectora, matemáticas y ciencias. Pero aunque hubiesen hecho esos exámenes y por mejor que les hubiesen ido, no se notaría mucho en el resultado global, porque son pocos los que brillan y muchos los que apenas pueden a llegar al nivel medio. La excelencia se pierde por el camino.

Así lo cree Miquel Trias, premio extraordinario de la Universitat en la promoción 2005/06 de Física. "El nivel es claramente más bajo que cuando había EGB y BUP, cuando los alumnos sólo tenían que estar escolarizados hasta finales de 8º (actual 2º de ESO)", indica este joven para el cual el principal motivo de la bajada de nivel es "la filosofía de la educación en España, basada en la homogeneidad". El hecho de que las clases haya alumnos de todo tipo provoca un doble efecto: por el lado malo, el profesor tiene que bajar el nivel para que todos puedan llegar; por el bueno, "se forman mejores ciudadanos".

En línea similar se expresa Joan Llull, doble premio extraordinario de la UIB: en 2004 en Administración y Dirección de Empresas; y en 2005 al finalizar Economía. "Tener a gente desinteresada en clase afecta a todo el grupo", explica, "hay que integrar y no dejar gente fuera, pero hay que trabajar para que los que tienen buenas notas no se retrasen". Según él, "la igualdad de oportunidades no implica igualdad de resultados".

Lucía Groizard, ex alumna del Queen´s College, está estudiando Química en Cambridge después de haber obtenido un 10 en las pruebas inglesas equivalentes a Selectividad. Le encanta, pero le cuesta encontrar "el equilibrio entre estudiar y disfrutar de la vida universitaria". Y es que el nivel es "altísimo". Allí hay estudiantes "que sólo viven para el estudio", dice, y en general "son más ambiciosos y competitivos". Lucía no acaba de tener muy claro porqué los resultados de Balears son tan malos ya que hay centros "privados y no privados" muy exigentes y con muy buenas notas. La clave para mejorar sería "motivar a los alumnos, si no algunos pasan", razona.

"Aquí falta cultura del esfuerzo, durante años se ha vivido la cultura del ´pelotazo´ y los jóvenes también apuestan por esto", indica Gabriel Barceló, premio extraordinario de Educación Social que ahora estudia Pedagogía. En su opinión sería importante intentar que la sociedad interiorice que los estudios son "una inversión a largo plazo" y trabajar para prevenir el fracaso escolar ya desde Infantil, como se hace en los países nórdicos. Defiende la igualdad de oportunidades para todos, pero también la potenciación de "vías alternativas" como los Programas de Cualificación Profesional Inicial.

Para Sebastiana Vidal, premio extraordinario de Educación Primaria, los resultados "dependen mucho del colegio, ya sea público o concertado". En una clase, explica, "puede haber un par muy buenos, pero como hay tantos que no, el nivel sale muy bajo". Y entre los que tienen más dificultades están los alumnos llegados de otros países, que Sebastiana considera que podrían agruparse hasta que tengan unos mínimos de conocimientos de las lenguas para luego unirlos a la clase general: "Todos saldrían ganando". También sería clave que los padres se implicaran más, pues, según su experiencia, "la mayoría pasan".

"No se exige lo que se debería de exigir". Eso causa los bajos resultados según Antònia Galmés, que logró un 9,1 en Selectividad el curso pasado. Ahora estudia en Barcelona y se ha dado cuenta de que el nivel de Balears "es más bajo, sobre todo en lenguas". ¿La solución? "Tomar como ejemplo los métodos educativos de otros países y comunidades".