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Hacer afirmaciones rotundas sobre cualquier actividad que implique a la Familia Real es un ejercicio suicida. Parece mentira que, además, con los años, no lo aprendamos y sigamos lanzándonos al ruedo de fechas, exclusivas y otros menesteres sin pudor. A veces se acierta, por pura inercia, y otras no se ajustan a la realidad. Sea como sea, y ya lo dice el dicho, las cosas de palacio van despacio y las vacaciones de los reyes y sus hijas en Mallorca, que se iniciaron a finales de esta semana, van a dar mucho que hablar.
Javier Fernández
Hacer afirmaciones rotundas sobre cualquier actividad que implique a la Familia Real es un ejercicio suicida. Parece mentira que, además, con los años, no lo aprendamos y sigamos lanzándonos al ruedo de fechas, exclusivas y otros menesteres sin pudor. A veces se acierta, por pura inercia, y otras no se ajustan a la realidad. Sea como sea, y ya lo dice el dicho, las cosas de palacio van despacio y las vacaciones de los reyes y sus hijas en Mallorca, que se iniciaron a finales de esta semana, van a dar mucho que hablar.
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