Comienza para muchos un curso nuevo, y a otros les toca volver a la actividad profesional retomando su puesto de trabajo después de un merecido período de vacaciones. Ayer mirando las noticias, se comentaba que un gran porcentaje de nosotros afrontamos este mes de septiembre con propósitos nuevos… Una alimentación más sana, hacer algo de ejercicio… E incluso el siempre recurrido propósito para los que aun no han dejado de fumar.

Dicen los entendidos que en nada comenzaremos a hablar del término postpandemia, y eso no quiere decir más que esto va a menos, que todo tiene que ir estabilizándose y volviendo a los niveles en los que nos encontrábamos… Igual en todo este trayecto muchos también hemos visto los cambios que durante estos ya 18 meses vivimos, han venido para quedarse y aquí es donde debemos de seguir preparándonos para asumir una necesidad imperante que demanda el mundo de las empresas. Mi propósito de enmienda no es más que prepararnos para ser mejores, cada vez más tenemos profesionales con unos currículos en algún caso muy extensos para lo que el puesto requiere, pero son pocas las veces que en estos currículos aparecen conceptos relacionados con la inteligencia emocional, que además de la estrecha relación que esta tiene con la productividad, debería ser obligatoria para el buen funcionamiento de las organizaciones empresariales.

Yo hoy invito a todos aquellos que tengan el mismo propósito de enmienda para este nuevo curso que yo, que sigan entrenando el músculo de las emociones tomando conciencia de la importancia de estas, ningún colaborador, ni trabajador desea un mal clima en la oficina y sin embargo las forma de relacionarnos puede afectar de forma muy diversa a este buen clima. Cómo profesionales cada vez más buscamos vivir experiencias que nos aporten un sentido, un propósito también en el ámbito laboral. En este mundo VICA… Volátil, con incertidumbre, complejo y ambiguo debemos equilibrar el rol de planificador y de controlador para adoptar un rol más de explorador que quiera aprender y dispuesto a asumir riesgos... Para ello necesitamos organizaciones emocionalmente inteligentes, como decía el teórico francés Edgar Morin, una de las ventajas del cerebro humano sobre la tecnología “es la de poder trabajar con lo insuficiente y lo imprevisto”..

Para no dejar nuestro propósito de enmienda en las palabras y entrar en la acción propongo para que esta primera semana de “vuelta al cole” comience positivamente estos seis primeros pasos para conseguirlo:

  1. Cree entornos de aprendizaje tolerantes al error, reconociendo el esfuerzo de forma constructiva. Olvídese del “te has equivocado” e incorpore por el “has aprendido
  2. Proponga metas claras y con transparencia, marque pequeños objetivos alcanzables para no entrar en la frustración y que faciliten a mantener los niveles de motivación.
  3. Convierta a los jefes en lideres que hagan de mentores a sus colaboradores, que sepan lo que necesitan cuáles son sus intereses y sus aspiraciones, que provoque una colaboración activa en el equipo.
  4. Construya un espacio de trabajo flexible y cómodo
  5. Promueva una cultura empresarial inclusiva y de apoyo, superando algún posible prejuicio.
  6. Impulse acciones de formación y capacitación a disposición de sus colaboradores. Recuerde que la formación actúa como las dioptrías en las gafas que nos permiten ver lo que no veíamos.

No olvide que todo empieza a cambiar cuando uno cambia.