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Opinión

Morata, de Villa no a héroe

Álvaro Morata abrió el marcador ante Polonia. EFE

La noticia más relevante que ha suministrado la selección de fútbol durante la Eurocopa es la expulsión de Sergio Ramos del Real Madrid. En cambio, y pese al estruendo tras el España-Suecia, no concedo a Morata la importancia suficiente para mantener un debate en torno a su figura.

Desde que recogió el pase en el partido inicial, con notable habilidad todo sea dicho, era evidente que Morata fallaría el gol ante Suecia. Por tanto, las protestas iniciadas en la grada pecaban de hipocresía. El único que no se sorprende ante un fallo del delantero español es él mismo. Al contrario, el balón rematado al fondo de la red siempre le pilla por sorpresa, y anoche una vez más contra Polonia. Antes de iniciar el ritual de celebraciones, Morata estuvo a punto de pedirle perdón al portero polaco, que además es su compañero en la Juve.

Morata no escandaliza a quienes conocen sus prestaciones. Villa no es. Y ayer saltó inesperadamente a héroe, al conseguir el primer gol español de la Eurocopa tras dos horas de ayuno y de una cansina melodía repetida hasta el hartazgo. Pase corto, retener el balón, mirada de halcón, pasecito más corto, retener el balón, pase más corto pero ahora hacia atrás. Nadie negará a Luis Enrique que ha confeccionado un plantel homogéneo.

Bajo esta tónica repetitiva que pone a prueba el patriotismo de los aficionados, el oportunista gol de Morata ante un balón despistado de Moreno que nadie sabe qué pretendía, fue recibido por algunos de los internacionales como si hubieran descubierto una variante inédita de su deporte. Y el penalti errado en la segunda mitad obliga a replantearse quién era el delantero equivocado en la alineación.

Los comentarios se centran en Morata, para vilipendiarlo o encumbrarlo, porque es el único jugador conocido en un plantel de emigrantes. Y porque sería impropio consumir el España-Polonia debatiendo el desahucio de Sergio Ramos, que también volverá algún día a la selección desde el extranjero. Al delantero de Luis Enrique solo le corresponde un diez por ciento de responsabilidad en las dos frustraciones de la Selección, la polarización en su figura solo desvela el limitado carisma de la selección en su conjunto.

El empate ante Polonia se agrava por la dilución de jugadores que habían brillado si no deslumbrado ante los suecos precongelados. Algo tendrá que ver el escándalo de dar la alineación con la banda sonora del Viva España de Manolo Escobar, conspicuo barcelonista.

Por ejemplo, Marcos Llorente empleó su energía nuclear para desarrollar un partido por su cuenta. Ya antes del empate polaco surgió la incógnita sobre si Dani Olmo pertenece a la estirpe espumosa de los bulliciosos. La selección entera parece configurada por nombres pundonorosos, habilidosos incluso, pero no demasiado aptos para progresar en una competición internacional.

Por ponerlo entre interrogantes, ¿cuántos integrantes del grupo que ganó dos Eurocopas y un Mundial serían desplazados de la titularidad por los internacionales de hoy? Y perdonen la concentración en factores ajenos al césped, pero alguien tenía que explicar que los seleccionados no son superhéroes. Solo son millonarios, y por tanto más inteligentes que sus críticos.

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