El Palmer Palma luchará por subir a la ACB

Un éxito rotundo para el club que preside Guillem Boscana, que ha sabido adaptarse a las penurias económicas para cimentar un proyecto lleno de decisiones acertadas y que, como advirtió en verano, requería de mucha paciencia. Y era difícil tenerla cuando el Almansa provocó un bochorno mayúsculo en el Palau d’Esports de Son Moix el 7 de diciembre (73-97). 

Todo eran buenas palabras, fabulosas intenciones, pero la clasificación dictaba que solo había ganado un partido y había perdido cinco. Tres meses después, el balance es de once a siete, practicando un baloncesto divertido y con jugadores que están demostrando un hambre enorme para seguir creciendo. Los técnicos novatos Pau Tomàs y Álex Pérez, apoyados por el maestro Pepe Laso y por Kike Fernández, mucho más que un preparador físico, han sabido aguantar la presión de los malos resultados, las dudas que generaba su inexperiencia, para insistir en su trabajo. No había otro camino mejor. Justo cuando ni siquiera el público arropó al equipo, ya que ni se llenaba el cupo de espectadores en Son Moix que dejaba la pandemia y cuando las lesiones llenaban la enfermería, el Palmer evitó sacar excusas, creyó en sí mismo y en sus posibilidades y empezó a ganar. Y hasta hoy. 

Esta no es una victoria cualquiera, este partido en Murcia siempre generará una sonrisa en el recuerdo. Ascender a la ACB son palabras mayúsculas, en la isla hay hasta hartazgo sobre este tema por culpa de ilusiones tan frustradas, y la última de ellas no hace mucho, pero se ha ganado el derecho a disfrutar y a ver dónde está el techo de los Kullamäe, Harrell, Jawara, Jacobo Díaz, Figueras y compañía. 

Estos jugadores han multiplicado, solo en esta primera fase, su valor de mercado respecto a cuando llegaron en septiembre. Y esto es lo que les vendió el club, lejos del dinero, está claro, para que aceptaran aterrizar en el Palau. Ahora lucharán contra gigantes de la categoría por un sueño casi imposible, pero también lo parecía meterse entre los mejores del grupo tras caer ante el Almansa. El resto ya se sabe, por eso tienen motivos para sentirse orgullosos.

Irregular inicio

El Palmer Palma se activó en Murcia justo cuando más lo necesitaba. Empezó mal, quizá superado por la trascendencia del duelo, con defensas más blandas de lo habitual, con pérdidas evitables y malas elecciones en el tiro. De ahí que los locales se marcharan por delante en el marcador (19-14). 

Sin embargo, este equipo ha aprendido, con el paso de las jornadas, a apretar los dientes y a saber sufrir. Y poco a poco se fue recuperando, como si supiera que tendría su momento (34-32 al descanso). Y sus individualidades también supieron dar el paso adelante que requería el duelo en un último cuarto para el recuerdo. Dependían de sí mismos, de nadie más, y fue cuando los mallorquines elevaron su nivel. Un parcial de 0-8 a falta de de cuatro minutos para el final, unida al poderío de Jawara en la pintura -siete rebotes-, y a unos inspirados Harrell -veinte puntos- y Jacobo Díaz -doce-, les despegó. Y Kullamäe, que no había estado tan acertado en el encuentro, siguió confiando en su talento para meter un triple que desató la locura para el 63-68 final.