«Nosaltres ja hem fet història», gritaba orgulloso uno de los locutores de Es Moleter, Sebastià Massanet ‘Coveti’, cuando todavía faltaban once minutos para que empezara el encuentro. Este es el reflejo de lo que sentían los vecinos de Sant Llorenç en una tarde que se recordará para siempre

Lo que sucedió ayer en el campo municipal centrará muchas tertulias de bar en el pueblo, alargará sobremesas y emocionará a sus protagonistas. Hoy, mañana y en las próximas décadas, sin exagerar. Y lo mejor es que, menos el resultado, todo salió bien. O muy bien. Este es el relato de la ilusión de una localidad que hace dos años tocó fondo en la trágica torrentada y que, por unos días, ha centrado los focos a nivel nacional. Esta vez en positivo, claro. 

El Atlético de Madrid, un gigante europeo, fue recibido con aplausos cuando pisó el césped. Decenas de personas ya les habían esperando en las calles de la entrada a Sant Llorenç, justo en el límite que les dejaban estar las fuerzas de seguridad. No podían dar un paso más. Por unas horas, Es Moleter se convirtió en un búnker. Era imposible acceder sin estar acreditado y figurar en la lista que manejaba la Policía Local y la Guardia Civil. Ningún detalle se dejó a la improvisación, tal y como demuestra que había cuatro puntos de control para recorrer, en coche, unos quinientos metros hasta llegar al espacio habilitado para aparcar. De hecho, algunos jugadores del Cardassar, ataviados con la equipación oficial, tuvieron que explicar que no aparecían en el documento que manejaban las autoridades porque eran los que tenían que jugar. Sí, los protagonistas de la fiesta. Una escena digna de película y tan real como la vida misma.

Dos hinchas muestran las bufandas del ‘Carde’.

Cholo Simeone fue el más buscado por los fotógrafos y por los móviles de los 305 espectadores, más de la mitad menores de edad, porque eran los jugadores de la categoría base del club. El técnico de los colchoneros les saludó mientras era ovacionado. ‘Ole, ole, ole, Cholo Simeone’, se llegó a oír como si fuera el Wanda Metropolitano. Uno de los mejores entrenadores del mundo, uno de los que cobra más y tiene más prestigio, deslizaba concentración para medirse a los del Llevant. Devolvía el respeto que los llorencins le estaban demostrando. Incluso el otro locutor, Jaume Ballester ‘Simonet’, le había hecho los honores dándole la bienvenida, como si fuera una estrella de cine que aparece en la alfombra roja. Y, de fondo, la música de ‘Desafío total’, o lo que es lo mismo, la que popularizó el entonces llamado Canal Plus para las previas de los partidos. 

Eso sí, no todas las directrices que se oyeron por megafonía fueron festivas. No hay que olvidar que había tan poca gente porque se está viviendo una pandemia. «Hay que recordar las tres ‘M’. Mascarillas, manos limpias y metros de distancia», repetía en mallorquín y en castellano. No había que olvidar que el covid es el gran rival de todos. 

Uno de los aplausos más grandes se los llevó la jugadora serverina Virginia Torrecilla, que se está recuperando de un tumor cerebral. La futbolista internacional, que milita en el club colchonero, hizo el saque de honor muy agradecida. La ausencia de Rafel Nadal, que estaba invitado, no empañó el evento, ni mucho menos.

El partido fue mucho mejor de lo que la lógica del fútbol dictaba, por mucho que sea claro el 0-3. Es imposible experimentar un momento de más orgullo para los jugadores del ‘Carde’ que saltar al césped en un momento así, para enfrentarse a profesionales de primer nivel mundial, y con el cariño de los chavales de la cantera. La ya famosa bufanda conmemorativa del encuentro, que también sirvió para ayudar a soportar los diez grados de temperatura, se alzó en más de una ocasión. Con el pitido final del árbitro se acabó un sueño y empezó la leyenda. 

23

Cardassar - Atlético de Madrid B. Ramon