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La globalización interesada

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La globalización interesada

El concepto de globalización en el deporte es muy peculiar, tanto es así que depende de la victoria o de la derrota. Veamos algunos ejemplos. En el presente Mundial de Rusia 2018, el delantero Lukaku ha manifestado estos días lo siguiente: "Cuando marco me llaman el delantero belga; cuando fallo soy el delantero de ascendencia congoleña".

Este concepto interesado de la globalización ya se ha vivido en competiciones anteriores, ya fueran Mundiales o Eurocopas. Basta recordar aquella Francia campeona del mundo en 1998 con una buena parte de su selección formada por futbolistas de raza negra y también de ascendencia árabe y que a una parte de la sociedad francesa le dio por afirmar que no se veían representados. A Holanda le pasó lo mismo con futbolistas como Seedorf, Kluivert, Winter, Gullit o Rijkaard, jugadores de éxito cuyos orígenes estuvieron en las colonias.

Pero la cosa no se queda en el fútbol. En el mundo del tenis, tan elitista a veces, también he visto reflexiones muy claras. A Andy Murray se le califica como el británico cuando gana y el escocés cuando pierde, un ejemplo más político que racial. Y aunque ya se ha ido corrigiendo, a Garbiñe Muguruza se la denominaba la tenista hispano-venezolana hasta que empezó a tener más caché gracias a sus triunfos.

¿Inevitable? Quiero suponer que sí, pero el deporte es un reflejo de la sociedad y mientras que en ésta existan distinciones, ya sean por una cuestión de raza o de diferencias políticas, es obvio que también tendrán su reflejo en el mundo del deporte.

Porque no debemos olvidar que no es el deporte el que da mal ejemplo, no; es la sociedad la que envenena al deporte así como a otros sectores, y mientras que eso no se corrija, seguiremos siendo espectadores de una globalización interesada, esa en la que si el deportista 'mezcla de razas o etnias' gana, bien, pero si pierde, ya no tanto hasta que vuelva a ganar. La cultura puede ayudar y la incultura influir como punto de partida.

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