Con un recorrido de 160 millas, unos 300 kilómetros, la Vuelta a Mallorca es una singladura muy exigente, especialmente en el tramo del litoral norte, donde los barcos están obligados a navegar prácticamente en paralelo a la Serra de Tramuntana, con picos de más de 1.000 metros de altura. También se tiene en cuenta que la navegación con el trimarán puede ser muy complicada con mala mar, y existe además el riesgo de volcar. En el caso de que esto último ocurra, las reglas de la Vuelta a Mallorca prohíben adrizar la embarcación con ayuda externa. "La seguridad es lo más importante para nosotros y por eso el desafiante debe cumplir unos estrictos requisitos, que incluyen el seguimiento de una embarcación de apoyo con un médico a bordo", plantea Manu Fraga, director deportivo del Náutico de Palma.