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La mejor defensa

Italia gana por mayoría absoluta

Parecía más seguro que Rajoy.

Más emociones fuertes, ahora en el Gobierno del fútbol español. Transcurrida media hora del España-Italia, el hiperexcitado Sergio Ramos comete la falta fatídica y no estrictamente imprescindible. De Gea rechaza recostado, como en ocasiones anteriores. Es su posición natural. Hasta cuatro depredadores italianos se precipitan en el área, donde solo comparece el llamado Piqué, a quien someten a un rondo de unas décimas de segundo. Ante la mayoría absoluta de rivales, el balón entra en el marco porque no había otra opción. Entendemos que para los integrantes de la barrera, y para sus lumbares, era costoso girarse a reforzar la defensa. Con todo, simbolizan el desempeño de sus compañeros durante noventa minutos con pena pero sin gloria. Una selección de voyeurs.

Con el gol como precedente, y un equipo italiano en la autoría del tanto, habría que imaginar una hora de catenaccio. Por desgracia, los azzurri ampliaron su mayoría absoluta en sucesivos arranques, que acabaron ampliando la brecha. Hasta la media hora final, de España solo quedaba el recuerdo de un partido estelar ante Turquía, que ni siquiera es miembro de pleno derecho de Europa.

Las encuestas futbolísticas son más creíbles que las electorales. Cuando Croacia ridiculiza a España, le arrebata la primera plaza de grupo y a continuación se ahoga en las lágrimas de un fado portugués, nos encontramos ante un signo ominoso. Cerramos los ojos al presagio porque en fútbol no impera la propiedad transitiva. Si A gana a B que gana a C, no puede extraerse ninguna conclusión sobre un choque entre A y C. Salvo que sí se puede. Mayoría absoluta de Italia.

Tal vez sería ofensivo concluir que Italia tenía más cabeza, pero acumulaba desde luego más cabezas. Las suficientes para polarizar los remates en todas direcciones. España tiene en Ramos y Piqué a los centrales más laureados de la historia del fútbol, pero desconectaron ante los croatas y no se reengancharon. La selección no jugaba al ritmo de un Iniesta más fallón que en los dos choques iniciales, sino con el diapasón de Morata. No se necesita a un Mourinho para concluir que esta apuesta axial conlleva errores de rumbo. En efecto, se contemplaba a una selección sin imaginación, ultraplana.

Frente a la mayoría absoluta italiana, Del Bosque optaba por la solución que tan excelentes resultados ha brindado a Rajoy. No hacer nada. Desde el campo, sus jugadores le acompañaban en pasividad. No daban la sensación de disputar una eliminatoria, sino otro partido de la fase de clasificación con el empate como resultado aceptable. Despertaron demasiado tarde.

La mayoría absoluta de los italianos distorsionó incluso la imagen de los contendientes. Ahí estaba la barba El Greco de Juanfran, frente a los arreglos capilares estilo Dolce&Gabbana de los italianos. España no salió a disputar la eliminatoria de octavos, sino a perderla. Sin dramatismo. Sin derramamiento de sangre, como en el choque de Luis Enrique, aunque no faltó un codazo intimidador.

Un jugador mediocre siempre ofrece el mismo rendimiento. Una estrella se permite la irregularidad. Estoy pensando en Piqué, que todavía no se ha personado en el segundo gol, para ilustrar la eliminación de la bicampeona vigente de la Eurocopa. Hace una semana, Del Bosque parecía más seguro en su cargo que Rajoy. La vida da más vueltas que un balón.

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