La Liga española se compone de dos partidos a vida o muerte y de 378 verbenas para decidir el puesto noveno de la tabla. Madrid y Barça no tienen rivales, sino víctimas. Sus enfrentamientos con los otros 18 clubes de Primera incumplen el catálogo completo de Derechos Humanos.

Madridistas y barcelonistas acaparan la actualidad cuando juegan entre ellos o cuando marcan menos de cinco goles al damnificado de turno. Cada minuto de un Barça-Madrid genera el mismo volumen de información que cuatro partidos íntegros entre rivales de inferior contenido calórico. Si sospecha usted que nos vence la exageración, imaginemos que a un aficionado de los 18 clubes distintos de Madrid y Barça se le obliga a elegir entre contemplar los 38 partidos de sus colores o los dos choques entre Guardiola y Mourinho. Mejor interrumpimos el experimento, no queremos despoblar los hermosos estadios de Primera.

En fin, ningún partido de la Liga concentrará en su desarrollo la atención dispensada exclusivamente al horario del clásico. Con las páginas escritas sobre su celebración en sábado, domingo o lunes, se podría empapelar varias veces la distancia que media entre la sensatez y la locura. Tras una deliberación infinita –que ha estado a punto de concluir después de que se celebrara el encuentro–, el primero de los dos partidos del campeonato se celebrará en el día más ignominioso de la Creación. Los lunes al show.

El alumbramiento del lunes como fecha de la inmolación –barcelonista, desde la perspectiva madridista de quien suscribe– viene acompañado de una ominosa constatación. ¿De qué se hablará ahora en las tertulias deportivas? El pronunciamiento de la Liga elimina también el suspense sobre las elecciones catalanas, la confrontación de baja intensidad que precede a la explosión nuclear del Camp Nou.

Barça-Madrid es el primer acontecimiento deportivo que levanta una polvareda por su fecha de celebración. Montilla forzó la coincidencia pensando que la Liga de Fútbol Profesional anularía las elecciones, y que así podría permanecer cuatro años más en la Generalitat. Finalmente, se ha optado por un día que impedirá a Mourinho declarar que ha sido decisivo para la suerte de Cataluña, y no solo de España al devolver el campeonato al madridismo. Golpe a golpe.