Tiene toda la razón Héctor Cúper cuando "se enoje quien se enoje", manifiesta su lógica incomodidad, para ser suaves, con la ´costellada´ que le han colocado hoy en Sóller. El ha sufrido en sus propias carnes las consecuencias de la verbena celebrada en Menorca con motivo del Trofeo Illes Balears y que acabó con la lesión de Víctor Casadesús, pero en el club nadie se da por aludido, ni sabe, ni ha aprendido la lección, por elemental que sea.

No es por invocar al mal tiempo, las energías negativas o las meigas, pero el césped artificial de C´an Maiol es de los peores de la maltrecha Tercera división balear. Fue uno de los primeros en ser instalado con motivo del efímero paso del equipo local por Segunda B, bajo los auspicios del hoy imputado Piguillem y que, con el paso de los años, ha devenido en moqueta. Un peligro innecesario.

No hay que confundir el culo con las témporas ni las relaciones públicas con el servilismo. Se equivocan en el Mallorca si pretenden convertir la oración en pasiva y creen que montar festivales en los pueblos les va a dar algo más que el abrazo puntual y traicionero de un alcalde, un presidente o un cacique. No es la montaña la que tiene que ir a Mahoma, sino el profeta quien va a la montaña y son los socios repartidos por la geografía mallorquina los que deberían bajar a Son Moix y no viceversa.

Soy el primer crítico cuando algunos jugadores se ausentan de las convocatorias que celebran algunas penyas, pero de eso a vestirles de corto para participar en el equivalente futbolístico del Empastre, media un abismo.

No vemos al Real Madrid sometido a las peticiones del Moratalaz o el Alcorcón, ni al Barcelona jugando en Mollerusa, salvo que lo determine la Copa del Rey o la de la Generalitat. En menor escala, ni al Cádiz jugando en el campo del Chiclana o el Sevilla en Bollullos del Condado.

Quiero creer que Cúper será lo suficientemente prudente para no comprometer a alguno de sus jugadores fundamentales en un compromiso, nunca mejor dicho, que no le aporta absolutamente nada positivo al equipo y en el que sólo tiene que perder, sin nada que ganar. Pero sospecho que es el único preocupado porque impere la sensatez, mientras otros reducen al mínimo la imagen, el señorío y la dignidad del club.