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Crítica de Música | Dvorak Marcó la pauta

Si bien del último concierto de la Simfònica podemos decir que fue un programa ecléctico, en el que pudimos escuchar músicas provenientes de diferentes estilos y épocas, fue en el Concierto para violonchelo de Dvorak donde solista, orquesta y público se encontraron más cómodos, primero por el interés de la obra en sí, una de las más interesantes del repertorio para ese instrumento solista, pero también por la manera de afrontarlo, tanto por parte de Kian Soltan como del director Pablo Mielgo. Soltan es un músico austríaco de origen iraní, que dejó un muy buen sabor de boca al público y a los propios componentes de la orquesta, que aplaudieron de forma rotunda y sincera la versión enormemente musical de la obra. Kian Soltan posee una técnica fuera de toda duda, que unida a una musicalidad exquisita convirtieron sus intervenciones en algo sobresaliente. Enormemente cálido, sin un sonido espectacular, pero envolvente, el violonchelista llenó la sala del Trui Teatre de buen hacer, de ese buen hacer que deja sin aliento, que emociona. Emocionante fue también la pieza para violonchelo solo que tocó como plus, una obra compuesta por él mismo y que claramente mostró las harmonías propias de su país de origen. Enhorabuena. Pero también enhorabuena a nuestros músicos, que dialogaron con el instrumento de forma muy meritoria.

Pero eso no fue todo, antes de Dvorak pudimos escuchar la Obertura de la ópera Oberón de Von Weber también mostrada con maestría y en la segunda parte el Ritual de Pagesia de nuestro Sampert y la Sinfonía Sevillana de Joaquín Turina, poniendo, de forma más que correcta, un toque popular a la sesión.

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