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Crítica de música | Valió la pena

Este 2021, que acaba de empezar, he asistido por primera vez al concierto de Año Nuevo que desde hace tiempo organiza la Simfònica. Y he de confesar que ha valido la pena, pues tanto la formación, como la soprano invitada e incluso el repertorio, convirtieron la sesión en una velada más que agradable.

De la orquesta, poco podemos añadir a lo que vamos diciendo repetidamente: que tiene un buen nivel, alto nivel, diría. Lo demostró una vez más, con unas secciones de cuerdas muy elegantes, cosa muy importante en ese tipo de repertorio, que a veces, y sin fundamento, calificamos de ligero. Los vientos: nivel de solista. Todos. ¡Y la percusión! Tenemos un conjunto de percusionistas que ya quisieran otras formaciones. Pues eso.

Del programa: dos partes bien diferenciadas, una primera con fragmentos de ópera, vocales e instrumentales y una segunda con elementos de zarzuela, opereta y repertorio vienés de la familia Strauss.

De la soprano: espléndida, realmente espléndida. Mirella Hagen posee una voz muy hermosa y un saber estar sobre el escenario que da un valor añadido a sus interpretaciones. Brilló en todo momento, mejor quizás en la primera parte, con unas interpretaciones de Puccini, Donizetti y Gounod de primer nivel (soberbio el Vals de Musetta). Ya nos gustaría poder escucharla en alguna de las temporadas de ópera del Principal. En el repertorio de opereta fue cuando suplió su volumen vocal con aportaciones escénicas muy bien interpretadas. Fantástica la romanza de El barberillo de Lavapiés y el bis de My fair lady.

Ya fuera de programa, la orquesta sola ofreció un muy buen Danubio azul y una tópica Marcha Radetzky, con aplausos del público incluidos.

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