Sebastià Portell puso hace unos días el punto y final a su último reto: escribir un retrato sobre la escritora Antònia Vicens, que el año pasado fue reconocida con el premio Jaume Fuster que concede anualmente la Associació d'Escriptors en Llengua Catalana (AELC) a través de las votaciones de los socios. Se trata de un galardón honorífico que implica la escritura de un retrato de la persona ganadora, que elige quién se encargará de escribirlo. Por la profunda amistad que les une y la complicidad literaria, Vicens encomendó el encargo a Portell, que asegura que el proceso ha sido un reto.

"Me he enfrentado a la figura de Antònia Vicens desde diferentes perspectivas. Como lector, primero; como crítico, en algunas ocasiones; y como biógrafo en Massa deutes amb les flors. Se dice que es complicado hablar de algo que tienes muy cerca, y a Antònia yo la veo de muy cerca, porque además nos une una relación de amistad muy profunda", explica, algo que evidencian sus reiteradas conversaciones en las que Portell le cuenta cómo le han salido los panes que ha animado a elaborar durante estas primeras semanas de confinamiento. Para el biógrafo, critico y lector de la escritora de Santanyí, lo complicado ha sido narrar algo que aportara una nueva visión y que fuera fiel a la verdad. Así, en el documento final, el escritor propone un recorrido por la vida de Vicens a partir de su obra, "que es lo que nos tiene que interesar de los escritores", en el que aporta sus impresiones y su visión personal sobre los méritos de la autora de obras como 39 graus a l'ombra.

"No me quiero esconder de esto. El lector percibirá desde el principio que el retrato está escrito desde una perspectiva muy concreta. Pienso que el ensayo, la literatura y, sobre todo, la crítica literaria tienen una deuda con ellos mismos, que es asumir la subjetividad. Trabajamos con material muy sensible, con las emociones, el intelecto, y está bien que en este sentido seamos honestos", señala el autor de Antònia Vicens, nombre bajo el que se editará el retrato, que se tiene que publicar durante el mes de mayo, si el virus lo permite.

Antònia Vicens, bajo la mirada de Portell, es una de las figuras más visionarias de la literatura catalana de todos los tiempos por varios motivos. "Fue quien escribió la novela que inauguró la literatura de los años 70, 39 graus a l'ombra, que destapó todas las vergüenzas de la segunda ola franquista y el boom turístico. A partir de ahí, todas sus publicaciones han sido avanzadas a su tiempo". Por ejemplo, en los años 80 publicó Terra seca, la primera novela de la literatura catalana sobre corrupción política; en el 2007, justo antes de que estallara el escándolo de La Paca en Son Banya, acababa de publicar una novela, Ungles perfectes, que iba precisamente sobre dos mujeres de Palma que se ven involucradas en una trama de narcotráfico internacional. Además de su estilo "plástico y deslumbrante", una de las virtudes de la obra de Vicens es su capacidad por "avanzarse a cualquier situación a partir de la clarividencia literaria", su olfato por percibir lo que se viene, apunta el autor de Ariel i els cossos: "Podríamos decir que es una bruja buena".

Portell ha trabajado desde la soledad, sin compartir mucho el proceso de la escritura. "Creo que ella se lo merece, vale la pena que seamos los otros los que digamos qué nos parece. En un primer momento releí algunas obras o fragmentos de estas, también textos que se han escrito en los últimos tiempos sobre sus títulos. Luego, el trabajo fue escribir".

Una de las enseñanzas de Antònia Vicens que más aprecia Portell es que la escritora demuestra que en la literatura solo tiene que haber una fidelidad, que es la de uno hacia uno mismo. "Aunque también enseña que hay que ser capaz de romperla, porque a veces uno tiene que traicionarse, contradecirse y atreverse a explorar". Este trabajo no ha sido solo un recorrido por la obra de Vicens, sino también un viaje para Portell: "Estar con ella y sus obras ha sido como abrir un balcón de 200 metros cuadrados. Su obra es un universo, un espacio de libertad enorme. Antònia siempre dice que cuando escribe se basa en una idea: que la literatura es un espacio de libertad. Esto se percibe cuando la lees".