Día mundial del teatro
El teatro, un ejercicio apasionante "pero muy sacrificado"
Los alumnos de la escuela del Sans confiesan qué sienten cuando actúan y los beneficios que les aporta
Difícil encontrar alguna actividad relacionada con el Día Mundial del Teatro en Palma. Uno de los pocos centros que dedicó la jornada de ayer a esta celebración, impulsada por el Instituto Internacional del Teatro en 1961, fue el Teatre Sans, donde se explicó a sus alumnos el origen de esta conmemoración y se ahondó en algunos detalles del manifiesto redactado para la ocasión, que este año ha llevado la firma del director y dramaturgo cubano Carlos Celdrán.
Pepa Ramon, una de las profesoras de los alumnos más jóvenes del Sans, con edades comprendidas entre los 7 los 11 años, explica que el teatro, para los más pequeños, "constituye una continuación de lo que entienden por juego, aunque con ciertas normas. Para ellos se trata de un juego colectivo que necesita tener en cuenta al otro", señala.
Un juego, añade, con beneficios, porque "ayuda a socializar y transmitir las emociones" y fomenta "el trabajo en equipo", aunque conviene entregarse a él no antes de los seis años: "Representar una obra antes de esa edad resulta improductivo, porque la vergüenza puede jugarles una mala pasada".
En el Sans, los alumnos cada trimestre se suben al escenario para interpretar algún personaje y saber qué se siente ante el público, que la mayoría de veces son sus propios compañeros. "Aprenden mirando y haciendo ellos. Son muy críticos. Les recomendamos que hagan trabajo de creación, que inventen ellos, que no memoricen textos", subraya Ramon.
Celia Llorente, de ocho años, se estrenó en un escenario recientemente, con Cuento de Navidad, obra en la que "hacía de pija y también de espíritu" y que le brindó una lección: "Aprendí que no se tiene que tener de todo". La experiencia le gustó, y piensa repetir, incluso dedicarse a ella en el futuro. "De mayor querría ser periodista o actriz", confiesa esta intérprete en potencia que se apuntó a las clases del Sans por una cuestión muy simple: "Era muy teatrera y en mi casa siempre lograba que me dieran lo que quería poniéndome a llorar".
"Lo más importante cuando estás actuando en el escenario es no hacer tonterías y no meterse con los compañeros", asegura Jordi Sánchez, de nueve años. "A mí me daba buena espina que se me daría bien esto del teatro", afirma, así que decidió probarse. "Los aplausos me gustan", confiesa, "y la comedia, el hacer reír a la gente, es lo que más me gusta".
Gerard Santa Matilde Martínez solo tiene nueve años pero ya acumula ocho obras en su curriculum. Entre sus papeles preferidos cita el de un enterrador, un rol "difícil" pero que no le ha birlado la ilusión: "De mayor quiero dedicarme a esto".
"Mis referentes son Angelina Jolie y un actor extranjero que no recuerdo", señala la granadina Nicol Reyes, de once años. "Llegué al Sans por curiosidad, porque sentía algo por la interpretación y una amiga me recomendó esta escuela. De momento me gusta este mundillo, en el que me gustaría seguir, aunque sé que vivir de esto es duro, difícil y requiere muchos sacrificios".
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