Llegó al Teatre Sans, en un fin de semana en el que media docena de salas mallorquinas decidieron hacerse la competencia, la adaptación de El nombre: popular, premiada, representada en medio mundo, multitraducida y, en consecuencia, convertida en franquicia. Tenía la pieza original - que también pudimos ver en su doble versión cinematográfica (francesa e italiana) un aire entre elegante y gamberro, hasta cierto punto provocador, que comunica con el teatro firmado por la pareja Jaoui/Bacri -también de su cine- o por Yasmina Reza ( Arte).
Conserva la pieza esa esencia pequeñoburguesa en manos de Daniel Veronese -prolífico y casi siempre genial-, aunque aquí la historia se acomoda a un público quizá menos 'exquisito'.
La familia es el contexto, siempre propicio para el conflicto; una broma arriesgada, el detonante de una concatenación de duelos verbales, confesiones esperadas, revelaciones más o menos sorprendentes y disputas de varios tipos y diversa gravedad: sentimentales, éticas, morales, políticas...
Estamos ante una lección de ritmo, un alarde de cómo modular la intensidad, un ejercicio preciso sobre la conversión de la comedia en drama y un juego de malabares donde las mazas se van substituyendo por granadas de mano a medida que aumenta la tensión y que los personajes (destaco el interpretado por Gloria López) se van despojando de sus capas. Sobra algún que otro chiste pintado con brocha gorda pero divierte y mantiene al público expectante, conozca o no el desenlace.
El nombre
teatre sans
***½
Texto: Matthieu Delaporte y Alexandre de la Patellière Dirección: Daniel Veronese Intérpretes: Jesús Calvo, Gloria López, Pedro Morales, Orencio Ortega y May Pascual.