Fui amigo de Ágatha antes de que ella conociera a Pedro J., cuando era la musa movida con ojos tiznados de Francisco Umbral. Seguí siendo su amigo durante Pedro J., cuando componían una pareja conmovida de peces abisales, por las presiones que soportaron. Y espero seguir siendo su amigo tras la ruptura. No solo porque, si he de tener una enemiga, mejor que no sea esta mujer dulce en la paz y feroz en la guerra. Recicla lo racional en racial on. Y confieso que la querré todavía más cuando cambie de novio.
Oferta Flash
Suscríbete a Diario de Mallorca durante nueve meses por tan solo 9,99 euros
Catálisis