El síndrome de Asperger es una disfunción de la personalidad que sólo recientemente están acotando y tratando los psicólogos. Está en la borrosa frontera entre timidez intensa y autismo. Se da en diversos grados y en todas las edades pero es fácil de detectar en los demás por intuición, por unas rarezas concretas en sus personalidades. Estos sufren dificultades de integración en la sociedad y poca gente es capaz de ayudarles por no entender su problema.
Pastel de pera con lavanda retrata a uno de sus sufrientes (adulto en este caso) en clave de comedia romántica. Blanda, por exceso de entusiasmo del director/guionista Eric Besnard. Una payesa a punto de ser desahuciada tras el fallecimiento de su marido atropella sin querer a un aspie que vagabundea por el campo y se inicia una atribulada relación. El guión me ha recordado demasiado a La suerte de Emma (Sven Taddicken, 2006). Se diferencian en inversión de papeles (la rarita es la granjera) y que no se cita la patología por su nombre. En Pastel de pera... Eric Besnard acentúa demasiado la belleza y bondad de la protagonista femenina (si muchas fueran como Virginie Effira el campo se repoblaría en un santiamén); la acumulación de excentricidades del hombre (hiperinteligencia, hipersensibilidad, hipersensorialidad, obsesión por el orden, bloqueos emocionales bruscos...) es más propia de un autista puro; y el romance entre ambos, como se reconoce al final, es de cuento de hadas. Condescendiendo con esos excesos, la película tiene mucha sensibilidad, se disfruta como comedia amable y es un pequeño paso para la sensibilización hacia las personas que sufren Asperger.
***
Nacionalidad: Francia, 100 minutos
Director: Eric Besnard
Actores: Virginie Effira, Benjamin Lavherne, Lucie Fagedet
Cines: Augusta