-Señor académico, ¿qué quería transmitir con su discurso de ingreso en la Reial Acadèmia de Belles Arts de Sant Sebastià ?
-Enlacé una serie de cosas que me envuelven y me rodean con mucho gusto. Una de ellas es mi profesión. En este sentido, invoqué y evoqué la manera de hacer de La Periférica, que siempre atiende a las geografías, historias y personajes que nos rodean y que curiosamente no conocemos. Así, florecieron en un discurso teñido de emociones e información las historias que hemos tratado en los 18 años que llevamos con la productora: la guerra civil, el réquiem de Mozart, un hotel, un fotógrafo, un místico medieval, un pintor, un arquitecto. Hice un caleidoscopio de estas historias. Y me inventé la metáfora de La dansa de la pluja. Invité a la gente a mirar a las estrellas y a hacer constelaciones. Esas constelaciones son para mí lo que te acabo de mencionar: un hotel, un pintor, la ciutat esvaïda... E invitaba a la gente a seguir esas constelaciones. Y la invitaba después a una danza para que después lloviera sobre toda ella esa sabiduría y cultura que está en los cielos. Es una imagen potente. Nosotros trabajamos con imágenes.
-¿Se siente una rara avis en la Acadèmia?
-Sí. Pero me gusta ser raro. Aunque aún no he empezado a hacer mi función allí. De lo que sí me he preocupado es de informarme sobre la Acadèmia, una gran desconocida. Es una entidad que se creó en 1849 y si quieres aún podemos remontarnos a Platón y los griegos. Es cierto que soy antiacadémico en mi manera de trabajar. Porque, si miras mi perfil, te preguntarás qué hace un periférico en la Acadèmia. Tenemos una filosofía distinta. Yo reivindico la deformación pero antes te has de haber formado. Ahora estoy ilusionado con lo de la Acadèmia. Allí dentro hay arquitectos, pintores, críticos de arte, músicos... Qué alegría, ¿no?
-¿Es el primer realizador que ingresa en la entidad?
-Bueno, está Juan Montes de Oca. És profesor de universidad y el impulsor del Ladat y el Maisca.
-Acaba de estrenar también un cortometraje sobre Joan Miró, Constel·lacions. ¿De qué hilo tira en esta ocasión?
-Es un poema visual. Para mí Joan Miró es un personaje recurrente. Ya llevo dos textos escritos y cinco documentales a las espaldas sobre su figura. Y siempre encuentro un enfoque distinto para abordarlo. Constel·lacions es un poema visual y un homenaje sincero a Ferran Cano. Hemos partido de rodajes que hicimos en El rastres fosforescents dels caragols, con el que tuvimos el placer y honor de entrar en el Mas de Mont-roig, en Son Boter y en el Taller Sert. Hemos rescatado todas estas imágenes y les hemos incorporado la sabiduría y la manera de contar de Ferran Cano. Es una pequeña pieza única pero que forma parte de otro gran proyecto de La Perifèrica, Atelier. Hace cuatro o cinco años que estamos intentando levantar nuevos lenguajes y nuevas maneras del audiovisual. Me refiero a una plataforma web y a lo que se está llamando ahora webdoc. Y que parte de la premisa que el usuario es más activo en su consumo. Atelier tiene cinco patas: las casas de creación de Miró, de Robert Graves, de Jorn Utzon, de Chopin y del Arxiduc. Es coyuntural que estos cinco personajes hayan estado en Mallorca. A mí lo que me interesa es que lo local sea universal. Y sucede con estos personajes. A través de ellos y su arte, queremos repensar y recrear la historia de Occidente. Porque Miró también es japonés; Chopin, vienés y el Arxiduc, payés y marinero. Utzon no es sólo la Ópera de Sydney sino que también replanteó el urbanismo.
-¿Serán sólo piezas breves?
-No sólo. Esto puede dar lugar también a piezas más largas. Una buena entrevista con uno de los personajes que participan en estas micropiezas quizá puede darse completa.
-¿Está notando el cambio en IB3?
-Es lento. Veo voluntad y habrá un cambio. En estos últimos diez años, hemos visto una televisión del siglo XX y yo lo que quiero es una del XXII. Ya empieza a haber una televisión de contraste y de opinión que sería Dues voltes y los informativos, que son cada vez más ricos. Pero es que esto yo ya lo doy por supuesto. En efecto, la televisión ha de ser esto, ha de atender a la actualidad, pero también ha de dar una serie de cosas que son de cocción lenta. Por ejemplo, las entrevistas. Yo soy un anciano de la tribu. Recuerdo A fondo, a Balbín... Las grandes conversaciones me siguen apasionando. ¿Por qué no ha de haber un programa así? Sé que la línea va por aquí, pero va muy lento.
-¿Qué políticas públicas necesitarían las productoras para que el sector audiovisual funcionara?
-Regresé a Mallorca en 1982. En esos años, hablé con las consellerias de Economía, Cultura, etc... Hace muchos años que planteamos una política estratégica de Estado del audiovisual. TV3 ya existía cuando yo regresé de Barcelona. E IB3 es de 2005. Nosotros aparecimos cuando prácticamente las televisiones tenían que desaparecer, como aquel que dice. ¿Cómo es posible que aún estemos pensando en lo que hay que hacer en la tele? Lo que yo pido es acelerar y que crean en nosotros. En cuanto a la Illes Balears Film Commission, es bonito que vengan los Wachowski a rodar aquí y tal. Mira, el pasado lunes, Isla bonita, coproducida por La Perifèrica, recibió el Premio Sant Jordi de Cine. Y tú dices, vale, ya tenemos honores, pero cuál es la realidad. Pues que para conseguir que Fernando Colomo hiciera una película en Menorca tengo la sensación de que tuve que llorar e implorar para que se llevara a cabo. ¿Por qué? Porque no están las plataformas, no hay una Institución de Industrias Culturales. ¿Qué han de proyectar el IEB o el IRL si dentro no hay producto apenas? Falta que nos crean. Sé que ahora hay individualidades que lo hacen, pero dicen que no hay dinero. A mí ya no me sirve eso. ¿Y en los noventa? Yo lo que quiero son realidades.
-¿Qué otros proyectos tiene en marcha?
-Estamos acabando el documental del fotógrafo Planas y Montanyà y el boom turístico. Por cierto, otra reivindicación. ¿Cómo es posible que la política de Estado de estas islas sea el turismo y se deje perder un fondo que es el testimonio vivo de esa industria? También estamos con algo importante sobre Cabrera.