Iñárritu muestra su creciente astucia. Con Birdman sedujo a Hollywood, vía lametones a sus egos, y le salió redonda la jugada. El renacido busca lo contrario, atrapar al público masivo por el cuello y al más exigente por el codo. ¿Lo consigue?
A la película no se le puede reprochar su ambición, su intención épica. Formalmente es pincel fino, escenarios y fotografía (Emmanuel Luzbecki) apabullantes, naturales sin caer apenas en el preciosismo; vestuario hiperrealista, banda sonora (Ryuichi Sakamoto) discreta, original, muy atinada. El guión y las actuaciones son de brocha gorda, varias capas. La historia real del trampero Hugh Glass era de supervivencia con una coda de (fallida) venganza. El libreto de El renacido pasa el rodillo de la ficción sobre ambas y añade una trama onírica y sentimental de reivindicación de los pueblos nativos. El cineasta se regodea en la violencia. La escena del ataque de la osa es larga y muy explícita, en grado equivalente a pornografía; la nochecita al calor de las entrañas de un exánime équido es otro numerito circense. Los personajes son poco más que neandertales con zamarras del siglo XIX. Glass/DiCaprio es demasiado perfecto, amigo de los indios, amoroso padre y resiliente ante extremas adversidades; Fitzgerald/Hardy es igual de esquemático en su perfidia; a Henry/Gleeson le atenaza el síndrome del convidado de piedra. Los actores clavan sus registros sin lograr superar esos corsés. Con un mínimo de voluntad la película se acercaría a Centauros del desierto de John Ford. Iñárritu desdeña al maestro, limitándose a un grandioso espectáculo de instintos básicos (supervivencia, territorialidad, rencor) sobre brumosos y abrumadores paisajes.
El renacido
Título: El renacido. Nacionalidad: Estados Unidos, 152 min. Director: Alejandro González-Iñarritu. Actores: Leonardo DiCaprio, Tom Hardy, Domhnall Gleeson, Will Poulter. Cines: Augusta, Rivoli, Ocimax, Porto Pi, Cinesa Festival Park, Multicines Manacor.
