(Foto de Hoch; http://www.jochi.net)

Sentado a la mesa de una cafetería del barrio de Gràcia, Morti da pequeños sorbos a su té, un earl grey que acompaña de leche vegetal y azúcar moreno. Hace más de veinte años compartimos pupitre en la facultad de filosofía de Barcelona, y a penas ha cambiado. Viste de negro, como siempre desde que le conozco. Lleva el pelo suelto, una media melena ondulada, negra azabache, y luce la piel blanca, casi marmórea. Dice no soportar el sol, y visitar la playa sólo en invierno.

Doy fe de que aunque Morti pudiera encajar a la perfección en una película de Tim Burton, dista mucho de asemejarse a un ser de sangre fría. Es un registro sensible, como él mismo se autodenomina, de metro ochenta y cinco de altura, al que le gusta coleccionar objetos inquietantes. Durante un tiempo, tuvo el cuarto lleno de moscas de plástico de inspiración modernista. Según cuenta, las moscas son símbolo de renovación y actúan como un escudo protector.

Le encanta como se expresa la naturaleza en lo estrambótico, lo bizarro, o lo raro. Y observa lo extraordinario con el amor incondicional que siente el entomólogo ante el descubrimiento de un insecto desconocido. A pesar de una apariencia distante, Morti siempre será el niño solitario y curioso que buscaba qué había debajo de las piedras. El niño que se preguntaba, una y otra vez, el porqué de las cosas.

En más de una ocasión he escuchado a profesionales de la música considerarle la voz más portentosa del rock español. Paradójicamente, su carrera es poco conocida. Se ha convertido en un artista de culto que revienta en directo pero que pasa desapercibido a los grandes medios de comunicación. Pero eso tampoco parece quitarle el sueño. Más bien al contrario. Sigue su camino con la fuerza y determinación del guerrero que sabe que la batalla sólo acaba con la muerte.

Morti ha cruzado el charco en varias ocasiones. Desarrolla su carrera entre España y México con éxito tanto de crítica como de público.

¿Cómo era de niño?

En cierta manera, un reflejo de lo que soy ahora. Un bicho raro y melancólico que ya se sentía fascinado por lo incomprensible y atraído por lo fronterizo, lo crepuscular, o lo roto. Con tres años, le llevaba ratones muertos a mi madre y le preguntaba que porqué no se movían.

¿Cuál fue la más gorda que armó?

Una vez casi incendio los jardines comunitarios de la casa dónde vivíamos con mis padres y hermanos. Y tuvieron que venir los bomberos para sofocar el incendio.

Era un poco temerario, ¿no cree?

Desde luego que lo era. En la urbanización en la que vivía nos temían, a mí y a mis hermanos. Éramos el terror. Los vecinos nos evitaban, y cerraban sus puertas y ventanas a nuestro paso.

Recuerdo que a menudo iba a mi bola, buscando qué había debajo de las piedras. Necesitaba encontrar algo con lo que identificarme. Era y sigo siendo un punto de interrogación con patas.

¿Cuándo se percató de que era artista?

El artista necesita darle un sentido propio a la existencia y para ello crear un universo propio. Un universo en el que se sienta libre y reconocido. En mi caso, no recuerdo un momento clave sino que fue un proceso. Como adolescente me costaba aceptar la realidad, y me dí cuenta de que nada tenía sentido, salvo el que uno quisiera darle.

Pero usted no proviene de familia de artistas.

Somos cinco hermanos, y cuatro de nosostros nos dedicamos a actividades relacionadas con el arte. Fue mi madre quien nos transmitió la sensibilidad artística en casa. Y mi padre, el lado más pragmático, también muy necesario. Desde muy joven sentí la necesidad de crear un lenguaje propio a través de la música. Una vía ideal para exorcizar demonios interiores.

¿Cuál fue su primer grupo?

Mis primeras bandas, Demortis y Delaware, fueron antecedentes del que sería mi primer grupo oficial, Fhb (El Fantástico Hombre Bala). Grupo con el que me dí a conocer profesionalmente en la escena musical de este país.

En Demortis aún tocaba el bajo y cantaba, y lo cierto es que no hacía ninguna de las dos cosas bien del todo. En Delaware, asumí el papel de vocalista y al centrarme únicamente en la voz y las letras, descubrí mis aptitudes vocales.

¿Nunca tomó clases de voz?

No, nunca quise por miedo a perder cierta espontaneidad. Soy un autodidacta que, a día de hoy, sigue aprendiendo de su instrumento.

Hay quien le considera una de las mejores voces de este país.

Me halaga mucho esa consideración pero como dice mi padre, más que cantar bien o cantar mal, de lo que se trata es de encantar, y para ello no necesitas tener una voz prodigiosa sino poseer la capacidad de transmitir y conectar con el otro. Es una misteriosa cualidad que no todo el mundo tiene. Es innata, viene de fábrica.

¿Qué opina de la reciente desaparición de David Bowie?

Este año se han ido referentes importantes para mí. El escritor Javier Carnicer, la pintora Gabriela Deganis, Scott Weiland (Stone Temple Pilots), Lemmy (Mötorhead), o Chris Squire (Yes). Los mejores se van siempre prematuramente.

Lo cierto es que no pensaba que me iba a afectar tanto. Nunca fui un acérrimo seguidor de Bowie, a pesar de que, por supuesto, tenga todos sus discos. Su pérdida me tuvo varios días en estado de shock. Creo que Bowie fue un creador muy arriesgado, en el que vida y obra estaban unidas. Además de un experto gestor de su talento.

Se despidió de sus seguidores con un disco en el que trataba abiertamente de todo lo que le ocurría.

Hay que tener mucho valor para hacer lo que él hizo sabiendo que le quedaba poco tiempo de vida. Transformó su despedida en una obra de arte.

¿Cómo se ve usted en el futuro?

Me cuesta verme en un futuro lejano, intento vivir el aquí y el ahora. El instante es lo único que poseemos.

Hábleme pues del presente.

Estoy contento. Acabo de finalizar una gira internacional con Sôber, Savia y Skizoo que ha sido un gran éxito.

En la actualidad, estoy imbuido de nuevo en el Fhb, (el Fantástico Hombre Bala). Después de un tiempo de silencio, hemos vuelto a reunirnos, y publicaremos nuestro tercer álbum en primavera. La verdad es que la banda suena más contundente que nunca, puesto que todos hemos aprendido mucho en otras formaciones y ahora podemos aportar lo mejor de nosotros mismos.

Como me motiva experimentar diferentes registros tengo dos proyectos más: Inmune, cuyo segundo disco grabaremos en el mes de mayo y aparecerá en septiembre del 2016, y mi proyecto en solitario, Morti. Acabo de sacar a la luz una rareza titulada “En clave mínima” de la que, en breve, haré algunas presentaciones junto al maestro Juzz, pianista y arreglista del álbum. Probablemente sea lo más difícil que he hecho nunca a nivel vocal e interpretativo.

¿Ha visto cumplidos sus sueños?

Creo que los sueños nunca se ven colmados en su totalidad y tengo curiosidad por saber hasta dónde puedo llegar. Quiero creer que nada es imposible. Si hace años me hubieran dicho que mis discos se editarían en México, no me lo hubiera creido.

¿Cómo le tratan por tierras aztecas?

Con mucha efusividad y cariño. El público mexicano es uno de los mejores del mundo.

¿Alguna meta en particular?

Encontrar un mejor equilibrio. En la actualidad, digamos que mantengo la verticalidad en la cuerda floja.

¿Qué quiere decir con eso?

Que la vida es imprevisible y uno nunca sabe lo que puede suceder.

¿Cómo le gustaría que le recordaran los demás?

Como una persona honesta y consecuente con su manera de sentir. Alguien que intenta dar lo mejor que sabe y puede, a través de la música.

----------------------------------------------------

https://m.facebook.com/mortiexmundus/

https://m.facebook.com/inmuneband/

https://m.facebook.com/fhboficial/