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Joan Ernest Castells es Petit, y Petit es un detonador de emociones. Su música es ensoñación musical, sonoridad escenográfica, delicadamente sugerente y extrasensible. Todo lo cual se queda pequeño, insignificante, ante lo que puede llegar a generar. Petit es naturaleza y amor como leitmotivs, aparte de otras tres millones y medio de sugerencias. Hoy viernes, por fin, con permiso de la ballena y nana mediante, presenta su nuevo álbum.

Petit: presentación de The eternity & the mirror

“NO HA CAMBIADO NADA. LOS SENTIMIENTOS SON EL HILO CONDUCTOR DE PETIT”

-Toda esa ensoñación musical, la sonoridad escenográfica, lo delicadamente sugerente y la extrasensibilidad, ¿te lo ha inspirado Mallorca?

-No. La mayoría me lo ha inspirado mi vida, lo que he amado; Mallorca en parte.

-Abrir un disco con una canción mastodónticamente emocionante como Magpie

-No lo tenía muy claro. El disco tiene un inicio y un final que conectan. Ya lo hice con Llenya prima [su anterior álbum, editado en 2013]. Funciona como los vinilos o los casetes: cuando acaban, vuelves a poner la primera cara, en bucle. He buscado recuperar aquello. Magpie, en concreto, funciona como un relajo para mí antes de los conciertos. Funciona como un bálsamo que me calma. El magpie [urraca en inglés] es un pájaro que en Inglaterra tiene muy mal cartel, porque le llama la atención lo brillante y se lanza a robarlo. Se supone que si lo conjuras siete veces desaparece. Es por eso que todo ello funciona como un ritual.

-Te pregunté en una entrevista de 2011 si había militancia en tus composiciones. Me dijiste: “Por supuesto. Milito con los sentimientos de las personas”. Parece que eso no ha cambiado.

-No ha cambiado nada. Los sentimientos son el hilo conductor de Petit. Espero que sea democrático y al público le emocione. Y tener los mismos valores después de tantos años me satisface, la verdad.

-Pero es imposible que tus musas y tus motivos de inspiración sean los mismos que los de hace ocho años (o más, dependiendo de la antigüedad de las canciones).

-Los leitmotiv son los mismos de siempre: el amor y la naturaleza. Puede haber alguno nuevo que hable de alguna persona en concreto. Eran canciones que estaban casi todas guardadas en una carpeta, y no quería olvidarlas, cerrar Petit sin haberlas editado. Lullaby y Thoughts of you, junto con la segunda parte de To love, son las más recientes. Hablan sobre querer amar pero no saber cómo hacerlo. Son mi respuesta a todo ello. Yo siempre escribo primero la letra antes que la música, porque necesito saber por qué hago una canción. Todo ello sin moralina alguna.

-Siempre lo pregunto: ¿qué significa el título del disco?

-Hace referencia a un fragmento de El profeta de Jalil Gibran. Al profeta, al filósofo del pueblo, le preguntan qué es la belleza, y responde: “La belleza sois vosotros mirándoos en un espejo”. Porque ese reflejo muestra la eternidad. Ahí está todo. Después de Llenya prima dudé mucho de si era capaz de crear belleza. Todos tenemos una belleza interior, y lo único que podía hacer era mirarme en un espejo y ver quién soy. Y como escucho muchas músicas en mi cabeza, este es el resultado: ni luminoso ni oscuro.

-Después de Llenya prima

-¡No me fui nunca! Las canciones de Llenya prima no son mías [el álbum consiste en las músicas escritas por Castells para catorce poemas de otros tantos poetas de los Països Catalans, acompañados de las ilustraciones de catorce artistas].

-¿Sabes qué me ha parecido encantador, qué me suena cautivador? El feeling soul y a ratos ochentero de feelingThoughts of you

-Ya había soul en Llenya. Escuché mucho soul, recopilatorios de Muscle Shoals, etc. Y me parece un gran logro sonar a soul con una acústica. Pero lo mejor de todo las distintas influencias que me señalan diferentes personas cuando la escuchan. Eso, y la aportación de Juanjo Monserrat al saxo, que creo que es espectacular. O los coros de Noemí Garcies.

-Has afirmado que a la hora de crear se lo consultas casi todo a Richard Hawley, a quien calificas como el último gran romántico inglés. Es como aquel músico que me dijo que escribía canciones con la única esperanza de que le gustasen a Neil Young.

-¡No a la hora de crear! [ríe]. Solo en lo emocional. Su disco Truelove's Gutter me ha curado muchas noches. Los primeros compases de Magpie son el Hawley más ensoñador. Y Hang On lleva a Chet Baker. Hawley es el último gran romántico, y el mundo necesita ser más romántico.

-Eso lo dices hoy, jueves 14 de febrero, día de San Valentín.

-Pero solo si se es como Hawley. Otro gran referente sería el gran caballero: Xisco Albéniz [cantante y motor creativo de La Búsqueda].

-Suena muy duro que un músico de tu altura diga que se planteó dejar la música. Deberían juzgarte por sedición, por traición al arte y a la belleza.

-A mí o al pueblo, que es quien me condena. Yo solo tengo responsabilidad hacia mí mismo. Creo que el final de todo ese proceso fue positivo para mí. Si durante esos tres años en los que estuve parado hubiese hecho o participado en proyectos banales, insustanciales, no habría llegado a donde hemos llegado con este disco. No lo digo mucho, prácticamente nunca, pero creo que es mi mejor disco.

-La descripción de Lullaby

-Seguramente: yo. Tanto uno como otro. Es esa voz interior que te quiere convencer de lo que tienes que hacer, sea en una dirección u otra.

-Siempre he disfrutado mucho hablando contigo sobre lo que intuyo son tus leitmotivs como artista: aparte de la naturaleza, siempre tienen presencia el amor, las conmociones sentimentales, los corazones rotos. Y como nadie nace enseñado y todo hay que aprenderlo, esforzarse y exigirse largamente, siempre he querido preguntarte si crees que ya has aprendido a amar.

-No. No aprenderé nunca, hasta el día que me muera. Puedo saber más, conocer un amor más amplio, amar diferentes cosas... Pero más difícil que amar es perdonarse a uno mismo. Y saber que somos fotones de luz viajando por el espacio como un minúsculo reflejo de todo ello. Somos efímeros. Como se dice en Interstellar: la única cosa que trasciende espacio y tiempo es el amor. Sea mediante hostias o caricias.