Mucho es Martí Perarnau, y ahora más que nunca: considera su cuarto álbum, ¿Hay alguien en casa?, como su primer trabajo en solitario. Lo compuso en primerísima primera persona, sin banda fija o colaboraciones como las disfrutadas en anteriores discos, con el plus diferenciador de haberlo creado con la electrónica como hilo enhebrador. Su habilidad para las melodías invencibles sigue como constante.

Hoy jueves será junto con Zahara cabeza de cartel de la primera jornada del rotundo Es Gremi Sounds, maravilla categórica con la que la sala celebra en dos días consecutivos sus 16 años de vida. Precisamente, para la andaluza compuso uno de los temazos del año, Hoy la bestia cena en casa, además de ser integrante de su banda en directo.

CREO QUE MI VOZ ES, AHORA MISMO, UNA VOZ SEXY”

-¿Seguro de estar más cómo ahora creando con el portátil? Las guitarras no se cuelgan, y si se rompe una cuerda, quedan otras cinco.

-[Ríe] Más cómodo. Las guitarras, en el fondo, también se cuelgan. Ahora vivo en un campo infinito de libertad. Un portátil es un campo abierto, que además me permite hacer música en cualquier lugar, como en el avión mientras venía hacia Mallorca.

-Se ha señalado unánimemente la evolución de tu música y tu sonido, pero encuentro que poco de tu otro instrumento principal, para nada digital: tu voz.

-¡Cierto! La evolución de la voz es un viaje psicológico que tenemos todos los cantantes. Creo que en mi caso empezó ya con el anterior disco. Ahora, me gusta mucho lo que digo y cómo lo digo. Soy más mayor y creo que mi voz es, ahora mismo, una voz sexy.

-Otro aspecto que creo que te loan poco: hablan mucho de las cotas de emoción de tus canciones y desde luego no tanto de tu talento para hacernos bailar.

-Lo procuro. Me volví loco yendo a ver DJs, sesiones, raves… Tenía los típicos prejuicios con los DJs: que no hacen música, que son cero creativos… Pero entonces escuchas a gente como Four Tet que te hacen cambiar de opinión.

-No te hace falta hacer remixes para hacernos bailar.

-La versión final ya es un remix.

-A pesar de ello, no es solo por sonido, instrumentación o melodías. Es que cuando te escuché mencionar a Madonna y cantar brevemente Material Girl pensé: este disco es de feeling muy Material Girl feeling vintage.

-Así es. Primero por los sintes que utilizo, de una época muy concreta, finales de los 70 e inicios de los 80. Si juntas eso con Ableton, el trabajo se vuelve infinito. Es mi primer disco “en solitario”, en el sentido de que lo he creado yo sin otros músicos, y quería que así fuese. También pesó mucho la música que escuchaba en casa de mi abuela. Esa música y sobre todo aquellas sensaciones. Aquel disfrute. He buscado recuperarlas. Sí, el disco es electrónica pero también suena vintage. Espero que tanto como el Brothers in Arms de Dire Straits.

-Siempre hay que preguntarlo: ¿por qué el título del disco?

-No lo tengo muy claro. Es una frase de la película Regreso al futuro. Cuando llegué a Madrid me llamaban Marty en vez de Martí, y todo junto me retrotrae a una época en la que parecía que todo era mejor. Aunque estuviésemos igualmente rodeados como hoy día.

-Solo hay dos tipos de disco: los de dormitorio o los de jaleo, los de espacio público. Pero siempre los hay que rompéis la norma. Diría que tu disco es tan disfrutable en la intimidad como en comuna. ¿Voluntario?

-Eso sí que escapa totalmente a mi control. Componer ya es un sufrimiento, y no tienes tiempo de plantearte cómo o para qué lo haces. Solo sé que siempre he pensado que hago música épica, intensa, incluso que hablo gritando, pero que en este disco es la primera vez que canto para susurrar. Supongo que el hecho de que sea una producción creada básicamente en mi casa, que tenga esos arreglos “domésticos” también le puede dar ese carácter.

-Solo hay dos tipos de disco: los que se crean en automático (profesionalidad mediante) y los que se adscriben al lema “siempre quise hacer este disco”. ¿Es este el álbum que siempre quisiste componer?

-Es muy difícil contestar eso… Es el disco del que estoy más orgulloso, entre otras cosas, porque es el que más me ha costado. Pero como supongo que haré más… ¡Espero! No quisiera pensar que dejaré de hacer música. Y sobre todo, que dejaré de buscar. Más ahora que he abandonado definitivamente la pretensión de contentar. Quiero descubrir cosas nuevas todo el tiempo, lo cual no significa que el próximo disco vaya a gustarme más. Esa búsqueda y esas emociones halladas es lo que me interesa, y seguramente nunca habrá un disco nuevo que se convierta en el que más deseaba componer.

-Solo hay dos tipos de disco: los que hablan del amor y el resto. Y dentro de los primeros, los que incluyen la palabra “amor” unas 87 veces, y los que prácticamente nunca mencionan la palabra, como el tuyo. Que normalmente son los más interesantes, descriptivos y dolorosos. Me obligas a preguntarte lo que pregunto a todos los compositores satélites del amor: ¿has aprendido ya a amar?

-Estoy aprendiendo. Pero me gusta que se note eso en las canciones porque este es un disco de amor y de amistad. Creo que se nota mucho en las canciones que fueron grabadas prácticamente en directo, por su sinceridad.

-“Busqué la verdad pero encontré un periódico”. Vaya: te has dado cuenta de nuestra crisis de credibilidad.

-Mi madre es periodista, así que lo he vivido de cerca. Creo que el poder de los bancos y las empresas se nota demasiado en los medios de este país. Eso y que les pierde el clickbait. Excepto causas nobles muy concretas, veo al periodismo en horas bajas, y hoy es más necesario que nunca.