“NO HE DEJADO MIS LOCURAS NI MIS TÓTEMS MUSICALES DE JUVENTUD”

No todos los días se puede entrevistar a un artista a quien tanta y tanta gente considera un genio. Además, en diversas facetas: con Surfin’ Bichos, Fernando Alfaro influyó contemporánea y posteriormente a infinidad de grupos. Después, como Chucho, con Los Alienistas o en solitario, ha ido construyendo una obra musical distintiva como pocas que sigue basada, además, en unos textos que desde sus inicios han generado veneración.

Fernando Alfaro actúa hoy viernes en Es Molico (C/Esglèsia, 21, Sencelles), a las 22:30 h. Entrada 8 €, 20 € con cena incluida. Sopas mallorquinas sortea 2 entradas para el concierto: el primero que envíe un mail a

sopasmallorquinas@gmail.com

-¿Cuántas veces hay que escuchar un disco de Fernando Alfaro para captar todas sus capas?

-Espero que todas. Infinitas. Es una aspiración que he tenido siempre, y es lo que más me gustado siempre en Nick Drake, Robyn Hitchcock o Marvin Gaye, tanto en música como en letras.

-Pregunta para el letrista: la comunicación de hoy día es low cost

-Sí, me tienta. Me gustaría poder serlo, aunque habría que distinguir entre banalidad y simplicidad. Yo intento ser sencillo. Intento explicar lo complicado de la manera más sencilla. La banalidad es la vacuidad, algo que, si lo he conseguido alguna vez, ha sido por ser irónico.

-Pregunta para el letrista: ¿en el fondo siempre hablas de lo mismo?

-Siempre terminas hablando de lo mismo: del ser humano, o vagamente humano. Como eres el mismo artista hablando de la misma vida terminas teniendo tus recursos. De mí dicen que siempre hablo de religión, fenómenos meteorológicos y perros.

-¿Escribes a partir de un hallazgo, una metáfora, un giro tipo “extintor de infiernos” o “camisa hawaiana de fuerza”, o desde la idea completa de lo que quieres contar?

-Todo es la misma idea, lo que yo llamo la “idea-fuerza”. A veces parto de un título, pero éste ya me está diciendo qué voy a contar. No tengo un método, aunque sí costumbres. Tengo un método que varío con cada trabajo.

-A los artistas con una carrera larga y fértil me gusta preguntarles si se han cumplido sus planes: ¿eres el artista que querías ser?

-Siempre hay “planes de oscura gloria”, como dijo Leonard Cohen en El juego favorito. Siempre tienes expectativas, también comerciales, para qué negarlo. Empecé en una época en la que se podía ganar mucho dinero. Luego las cosas cambiaron… los fenómenos meteorológicos que decía antes…

-Hay un recorrido habitual en la música: del nihilismo al clasicismo (formal, no tiene por qué significar amancebamiento). ¿Te reconoces en ese itinerario?

-No tanto. Hay gente que ha tenido unos tótems musicales que luego ha abandonado como locuras de juventud. Yo no he dejado mis locuras de juventud y mis tótems siguen siendo bastante rallantes.

-Dijiste una vez: “Cuando el ser humano enfrenta situaciones extremas es cuando ofrece su verdadera medida”. ¿No te interesa el arte desde la placidez?

-Sí, porque la placidez también puede ser extrema. Lo digo sin ser cínico. La placidez, la felicidad, es muy difícil de conseguir.

-“Me quedan tantas cosas que hacer / cómo se escapa el tiempo” (Extintor de incendios

-Sí, y creo que es algo que le pasa a todo el mundo. Te haces mayor y crees que aún sigues aprendiendo. Es una disonancia cognitiva: maduramos físicamente pero mentalmente no al mismo ritmo. Ese Dios que hay por ahí se equivocó.

-¿Con qué has sustituido la vehemencia con la que se escriben canciones a los 20 años?

-Es cierto que a los 20 tienes la sensación de tener toda la razón. Con la distancia aprendes a contemporizar, sobre todo porque has aprendido muchas cosas. Parece un tópico, pero es así. Si sigues vivo, sigues sintiendo las mismas cosas. No te acompaña el físico –según los casos– pero sigues sintiendo. Si estás muerto, aunque sigas caminando, ya no es así.

-¿El reto con tu último disco, La vida es extraña y rara

-No, el reto era que sonase a Refree. Tuve que hacer un ejercicio de contención porque me involucro mucho en la producción. Me tuve que apartar porque buscaba un lenguaje nuevo. Raül hizo el trabajo de un buen productor: sacar brillo al artista sin sacarlo de su terreno.

-¿Sabes ya cómo va a sonar tu nuevo material? ¿Repetirás con Refree?

-Rara vez he repetido productor. Cuando lo he hecho ha sido precisamente porque buscaba continuidad entre discos. Tengo una cierta idea de cómo va a sonar lo nuevo, pero a veces acabas haciendo lo contrario. Es lo que decía antes de la experiencia, de lo que vas aprendiendo. Tengo canciones que tocan extremos muy diferentes.

-Hay músicos de la experiencia como hay poetas de la experiencia. ¿La vida es extraña y rara

-En Los diarios de petróleo canto: “Os contaré vuestra vida / no voy a contar la mía”. Cuando haces música deseas comunicar eso: contar cosas de ti que sabes perfectamente que muchos lo comparten. Cuentas historias reales, inventadas, fabuladas o soñadas, que le han pasado a gente cercana o lejana. Es más contar tu verdad que lo que te ha pasado.

-“Los mineros muertos no concederán exclusivas jamás” (Los héroes podridos

-Ya menos. Me asusta. Me gusta estar informado, y además hay mucho material humano. Pero en mayor o menor medida, sobre todo desde Chucho, siempre he hecho incursiones político-sociales.

-El disco empieza con una frase de El ángel exterminador

-Jean Genet dijo: “La dificultad es la cortesía del autor con sus lectores”. Hay que considerar a tus seguidores como gente capaz.

-¿Lo mejor de internet es que ha acabado con la crítica musical: todo el mundo es crítico y la profesión se ha diluido?

-Es más un bandazo. Si tengo que instalar un calentador no se lo pediré al primero que pase por la calle. Es necesario un filtro. No es que los críticos sean moralmente superiores o que su opinión tenga que prevalecer, pero es gente mucho más preparada.

-¿Internet es justo? ¿Ha traído a la música aquella anunciada democratización basada en “el que vale, vale”?

-Internet es como el mar. Es neutro. Te lleva a cualquier sitio, pero lo importante es lo que circula. Se ha eliminado ese efecto colateral que era el sector económico: imagínate si las hortalizas fueran gratis. Internet, como medio, no es el mal. Es una revolución como lo fue Gutenberg. Es ese bandazo del que hablaba, que por la propia supervivencia de la música y la literatura tendrá que acabar en algo más justo.

-¿El 15M te inspiró?

-Totalmente. A mucha gente le sorprendió, pero a mí no. Veía un caldo de cultivo mucho antes de la crisis. Incluso pensé que llegó tarde, que éramos una generación demasiado descreída, acomodada.

-¿Nos creímos invencibles?

-Nos creímos demasiadas mentiras, muchas de ellas conscientes porque eran convenientes. Odio, odio eso de “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”. Hemos vivido como nos han dejado vivir.

Fernando Alfaro con Refree y Miguel de la Cierva: Extintor de infiernos