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Maxim Ósipov.LIBROS DEL ASTEROIDE

Narrativa breve

Gran literatura en petites dosis: Chéjov revisitado

En ‘Piedra, papel, tijera’, antología de sus cuentos, Maxim Ósipov se compromete con la gran era rusa de la literatura a la vez que proyecta la tragedia actual en sus personajes

Al narrador, autor dramático y cardiólogo Maxim Ósipov (Moscú, 1963) lo han comparado en cuanto a agudeza literaria con Antón Chéjov; sus cuentos están dotados de una gran sutileza y retratan personajes reconocibles de la Rusia actual con sus tragedias y frustraciones en una sociedad en la que las desigualdades se muestran de manera brutal. Las doce historias de Piedra, papel, tijera, que acaba de publicar Libros del Asteroide, nos traen médicos, actores, maestros, empresarios, jefes políticos locales y delincuentes comunes cuyos caminos se cruzan de manera impredecible pero natural: en enfermerías, aulas, oficinas administrativas, en trenes y aviones. Sus encuentros conducen a desastres, manifestaciones mayores y menores y, en ocasiones, a una vaga promesa de redención. Ósipov escribe con un tono aparentemente amable que con frecuencia se vuelve inquietante, mientras las sacudidas de violencia y algún que otro asesinato irrumpen en la quietud inicial. Las atmósferas tranquilas que cultiva este autor ruso resaltan el contraste, haciendo que la violencia resulte completamente banal y difícil de reconciliar con la realidad mundana. En Piedra, papel, tijera, que da título a la colección, Rujhshona, una joven tayika, mata a su posible violador y se prepara para pasar su vida en prisión. En Un hombre del renacimiento, un oligarca asesina accidentalmente a una mujer y luego se suicida. Son estallidos inesperados y aislados, dentro de relatos que se caracterizan por la contemplación melancólica del hogar, la comunidad y el amor. Esa quietud subvertida tiene como escenario la Rusia de provincias, ese lugar donde los soñadores chejovianos anhelaban la vida cosmopolita de la gran ciudad, y los terratenientes tolstoyanos se establecieron en una placentera productividad. El tipo de persona que busca en vano la comunidad intelectual, la familia y la vida pastoril. Los escenarios más comunes de las historias de Osipov son los que él mismo conoce mejor: el hospital y el teatro. Cuando un cardiólogo veterano continúa practicando la medicina se basa en su experiencia profesional y personal, trasladada a la ficción: los médicos aparecen a lo largo de esta colección de cuentos, a veces en el centro de una historia, otras en sus márgenes, al igual que los actores e intérpretes. En el contexto de la literatura rusa, la experiencia con la medicina y el teatro, combinada con una inclinación por escribir historias cortas e intensas emocionalmente, genera comparaciones inmediatas, aunque en la distancia con Chéjov, otro escritor, médico y dramaturgo que frecuentemente escribió sobre médicos y actores. O con Bulgakov, que también era facultativo de la medicina. Existe una evidente intertextualidad entre la gran era literaria rusa del siglo XIX y estos cuentos del XXI. En las páginas de Piedra, papel, tijera hay innumerables pistas de que los cuentos de Ósipov pretenden, al menos en parte, comprometer esta tradición pasada, y la atención a esos momentos revela el interés del autor por las formas en que la relación entre literatura y vida puede convertirse en una cuestión de vida o muerte.

MAXIM ÓSIPOV. Piedra, papel, tijera. Libros del Asteroide, 328 páginas, 23,95€.

Abundan los paralelismos, a Ósipov, como a Chéjov, le gusta terminar sus historias justo cuando parecen avanzar hacia una conclusión satisfactoria. El primero no solo las concluye antes de su clímax, sino que las comienza en ese momento, retrocede y luego concluye la justo donde comenzó, dejando cualquier resolución más allá del alcance de la narrativa Los personajes de sus cuentos recuerdan los ideales perdidos hace mucho tiempo, un leitmotiv en la Rusia de hoy, y anhelan encontrar sentido a la vida en medio de las monótonas pequeñas cosas. Con esa fijación del escritor con el mundo que le rodea puede parecer extraño que Ósipov no entreteja la política en sus historias. Sin embargo, sí hay en ellas una descripción precisa del sentimiento ruso común de hoy. Las personas tienen sueños audaces cuando son jóvenes, más tarde se conforman con vidas anodinas y cambian de un día para otro. Como médico, Osipov encuentra el equilibrio adecuado entre la honestidad brutal y la comodidad tranquilizadora. Y eso es algo bueno que puede esperar de él un paciente o un lector. Su escritura, que no conocía hasta el momento, se convierte en un agradable descubrimiento en estos cuentos que se agrupan en una antología bajo el título del arcaico juego de reflejos japonés.

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