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Martin Amis. EL PERIÓDICO

AUTOFICCIÓN

viaje interior

En Desde dentro, el escritor británico pasea entre sus fantasmas

Martin Amis (Swansea, 1949) intentó hace ya bastante más de una década escribir Desde dentro, la novela de autoficción que acaba de ver la luz publicada por Anagrama. Pero en 2005, en una playa de Uruguay cerca de la frontera con Brasil, decidió que no merecía la pena escucharse a sí mismo tras leer el primer manuscrito. El propio autor cuenta cómo después de treinta meses deambulando por un cementerio pensó que La Vida, así se iba a llamar la novela, estaba muerta y que él se encontraba acabado. “Los escritores mueren dos veces. Y en la playa en la que estaba sentado… pensé. Aquí llega. La primera muerte”. El desmoronamiento de la edad mediana concluyó y por fin tenemos a Amis contándonos su vida como si se tratara de Mick Jagger en el inicio de una gira de despedida. Vibrante, distinto, único, poseedor de la arrogancia y la inteligencia que siempre le han caracterizado, esta es una especie de segunda parte de sus memorias tempranas recogidas en Experiencia. Está pensada como ficción, de hecho, en esta crónica de una vida, abundan los guiños a la novela, los trucos del narrador para mantener cierta distancia de los hechos: recurre al segundo nombre, Elena, de su esposa, Isabel Fonseca, para delimitar el terreno.

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Desde dentro tiene como protagonistas a mujeres: Elena, Phoebe, Julia… aunque la novela se centra en tres figuras fundamentales, la trinidad del autor, Philip Larkin, Saul Bellow y Christopher Hitchens, “el poeta”, el novelista” y “el ensayista”, para Amis, dos padres sustitutos y un amigo impío. Es la influencia de la perdida la que le lleva a remontar sus pasos, todo ello sin perder de vista a su admirado Nabokov del que también recuerda la delicadeza con la que siempre le trató Vera, su esposa. Mientras rememora sus vidas y muertes, Amis procesa el 11 de septiembre de 2001, la segunda guerra en Irak, el Brexit y el presidente Trump, la crisis migratoria europea, y reanuda su investigación de largo recorrido sobre las causas y efectos del antisemitismo. En el camino, nos regala un tránsito por el taller. Ofrece algunos pros y contras literarios aunque no hasta el punto de empeñarse en enseñarnos a escribir; utiliza notas a pie de página ingeniosamente discursivas para acercarse al lector e impedir que cierre el libro por falta de información sobre un asunto o incluso de entretenimiento digresor.

La autoficción de Amis está llena de episodios interesantes, algunos de ellos absolutamente sorprendentes. El 12 de septiembre de 2021, mientras al mundo le costaba reponerse de la tragedia, el escritor británico recibió, además un golpe en el mentón que casi lo manda a la lona. Phoebe Phelps, una exnovia de la que llevaba tiempo separado, le anunciaba en un mensaje a través del contestador telefónico que tenía que contarle algo que le había estado molestando veinticuatro años y no entendía porque no debería de incomodarle a él también. Seguir el hilo de la revelación que de inmediato Amis recibió en una carta escrita a mano es algo que obliga al lector a no separarse de la lectura de Desde dentro. Era una vieja historia a la que Phoebe le ponía un final. Resulta que ella y Martin habían decidido pasar la noche del 1 de noviembre de 1977 con el padre del escritor, Kingsley, el gran novelista y bebedor entre cuyas fobias se hallaba el miedo a estar solo en una casa después del anochecer. Su segunda esposa se encontraba en esos momentos en Grecia. Martin, que entonces tenía 28 años y había comenzado a coquetear con el éxito debido a la popularidad alcanzada por sus dos primeras novelas, recibió la llamada de una vieja amiga que estaba organizando un festival literario en el norte del país. Uno de los escritores invitados había fallado y le preguntaba si podía llenar el vacío. El caso es que el joven Amis tomó un avión para Newcastle, dejando a Phoebe al cuidado de su padre etílico y mujeriego, veinte años mayor que ella. Enseguida, después de una exhibición verbal y de unos tragos, el viejo Kingsley se puso manos a la obra. La noche todavía no había comenzado a emitir sus mejores destellos cuando Phoebe, según su propia historia –la de papá Amis no la conocemos, fue con él a la tumba– tuvo que rechazarlo diciéndole que era el padre de Martin. Entonces, como este explica tras la revelación, no sabemos si para salirse con la suya Kingsley confesó que no era su padre, y sí, en cambio, su amigo el poeta Philip Larkin al que Hilly, su primera esposa, había llamado para que la consolara en una de sus habituales crisis matrimoniales, en diciembre de 1948. He aquí la trama dentro de una estructura libre de novela que revolotea entre los recuerdos, sin un corsé cronológico, y sugiere recordar el pasado, como si este perteneciera también a la ficción. Gran libro.

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