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La cenicienta de la familia Singer

Un premio Nobel, varios escritores y una mujer anónima

Hermanos Singer.

La danza de los demonios es la primera de las dos novelas, escritas en yiddish, de la autora polaca Esther Singer Kreitman. La obra fue publicada en Polonia en 1936 y traducida por su hijo (el periodista Maurice Carr) al inglés diez años después. Su otra novela, Diamonds (1944), y su colección de relatos breves, no fueron traducidos hasta bien entrado el siglo XXI.

Esther Kreitman, desconocida hasta ahora para el público lector español, es la hermana mayor de Joshua Singer, quien, como ella, escribió en yiddish. Autor de varias novelas y relatos, alcanzó la fama con Los hermanos Ashkenazi, publicada también en 1936. Unos meses antes publica su primera novela, Satan in Goray, el tercer hermano, el que será verdaderamente famoso, Isaac Bashevis Singer, Premio Nobel de Literatura en 1978.

Tres hermanos escritores que, ad emás, iniciaron una saga familiar literaria en los Estados Unidos, a donde emigraron los dos varones, pudiera ser indicio de una educación cosmopolita e intelectual. Sin embargo, vivieron una niñez difícil, lastrada por un padre ineficaz y soñador que les llevó de un lugar a otro de Polonia en busca de una mejora económica y social que nunca llegaba, por lo que estaban siempre endeudados sólo para poder sobrevivir.

Esther, la mayor y única hija de cuatro hermanos, sufrió especialmente esta escasez, pues sobre ella recayeron las tareas domésticas y las negociaciones con los comerciantes, que querían cobrar antes de servir. Esther Kreitman sintió, además, desde muy pequeña, que su condición de mujer y pobre le cerraba todas las puertas que su curiosidad intelectual quería abrir.

A pesar de que su madre, hija de un rabino, había recibido clases de su padre y era lectora voraz de libros de filosofía y religión, a Esther no se la consideraba apta para el estudio. El único destino que le esperaba era el matrimonio y, mientras tanto, el cuidado de la casa familiar y sus habitantes. Ni siquiera sus hermanos escritores hicieron nada por ayudarla en su carrera literaria cuando ellos ya estaban integrados en el mundo editorial en Estados Unidos.

La danza de los demonios es una autobiografía novelada, con unos personajes fácilmente reconocibles y una familia que sigue el peregrinaje de los propios Singer. Débora, quien focaliza la narración, va desgranando anécdotas que desvelan el carácter descuidado del padre, que confía en que Dios proveerá y les solucionará los problemas cotidianos, y la desesperada dejadez de la madre, que se tumba a leer y deja a Débora al cuidado de la intendencia familiar desde niña.

Ya casi adulta, Débora hace débiles intentos por independizarse de una familia que ella siente que la esclaviza y que, por ser mujer, la menosprecia. Pero en la Varsovia de principios del siglo XX no hay más salida para cambiar de aires que avenirse al matrimonio. La novela termina con Débora recién casada, malviviendo una vez más, ahora en Amberes, en el momento en que estalla la Primera Guerra Mundial.

La novela no es un Bildungsroman (una novela de desarrollo) porque las mujeres no progresan, sino que narran sus sucesivos y malogrados intentos de prosperar. A pesar de lo cual, Kreitman mantiene una distancia irónica y, a veces, humorística con el mundo judío en que creció. Se trata casi de una novela costumbrista, pues se describe detalladamente la vida en la calle en los guetos judíos, la vida en los pueblos más alejados de Varsovia y cómo se viven las fiestas religiosas y populares.

También describe minuciosamente los paisajes y los personajes que se encuentra en los traslados familiares y la formación de los primeros grupos comunistas clandestinos en Varsovia. Y el encuentro de Débora con sus futuros suegros y su cuñada constituye un cuadro literario para una antología.

Produce desasosiego saber que Esther Kreitman vivió y murió en el anonimato, si bien el relato que su hermano Isaac escribió pensando en ella, "Yentl, the Jeshiva Boy" dio lugar a la película Yentl, dirigida, producida e interpretada por Barbra Streisand en 1983.

La traducción, del yiddish, ha sido llevada a cabo por Rhoda Henelde y Jacob Abecasis, quienes aportan, además, un prólogo, un glosario y varias notas a pie de página, que ayudan a comprender el ambiente judío polaco en el cambio del siglo XIX al XX.

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