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Tres Semanas Santas que no envidian a la de Sevilla (II)

La emoción de la Semana Santa se vive en Antequera. carlos castro

La Semana Santa en Andalucía es una mezcla de incienso y azahar, del canto de una saeta solitaria o el silencio de una multitud, de las luces de los cirios, el colorido de las túnicas de los nazarenos y la música de las bandas de tambores y cornetas. En esta tierra hay también otras Semanas Santas menos conocidas, pero no menos emocionantes, más recogidas, menos multitudinarias, más humildes, más íntimas... tal vez más auténticas y que valen la pena.

Antequera

No muy lejos de Vélez Málaga , y también en la misma provincia de Málaga, la Semana Santa de Antequera tiene una serie de elementos diferenciadores que hacen de ella un bello y armonioso conjunto donde se entremezclan arte, historia, tradición y fe. Quizá el gran mérito de esta ciudad haya sido el haber conservado mucho de lo antiguo sin cae, como ocurrió en otros municipios andaluces, en el mimetismo de lo sevillano renovado. Las hermandades y cofradías poseen un rico y monumental ajuar procesional. Desde sus imágenes, en su mayoría esculturas de gran valor artístico realizadas por talladores asentados en la ciudad entre los siglos XVI y XVIII, hasta los bordados de sus mantos y palios, pasando por elementos de platería y entalladura, que están considerados piezas capitales del patrimonio artístico de la Semana Santa en la provincia. Los desfiles procesionales de Antequera, que realizan sus nueve cofradías, cuentan con una serie de peculiaridades que los hacen únicos en el conjunto de la Semana Santa andaluza. Por una parte, los pasos son portados al hombro, a diferencia de los costaleros, por los "hermanacos", caracterizados por su indumentaria y por el uso de ´horquillas´ para sostener el trono cuando está parado. Al frente de ellos va el Hermano Mayor de Insignia que, situándose delante del paso, guía a los "hermanacos" durante el recorrido de la procesión.

También hay que mencionar otra figura central de la Semana Santa de Antequera como es el campanillero de lujo: niño o niña de no más de ocho años, perteneciente habitualmente a una familia de la cofradía, que luce una túnica de terciopelo bordada en hilo de oro con larga cola. Los campanilleros van junto al Hermano Mayor y su misión es tocar unas campanitas avisando de que el trono va a comenzar a andar o de que ya lo está haciendo.Pero sin duda lo que hace única esta Semana Santa y es uno de los momentos inolvidables es lo que se conoce como "correr la vega", que consiste en subir corriendo los tronos de algunas cofradías por las empinadas cuestas que, al final del recorrido procesional, llevan a los templos-sede. Tradición muy esperada tanto por sus vecinos como por los turistas que se acercan en esas fechas hasta la localidad y cuyo origen, al parecer, se debe a una antigua tradición que consistía en llevar a las imágenes hasta lo más alto de la ciudad para bendecir las tierras de La Vega de Antequera, que en su día fueron la primera fuente de riqueza de la población.

La noche del Jueves y del Viernes Santo, al final del recorrido procesional, los ´hermanacos´ de las cofradías que procesionan esos días, a excepción de La Soledad, llevan los tronos con paso ligero hasta el al inicio de una pendiente o cuesta y, con el aviso de campana, inician una carrera muy emotiva portando a los tronos hasta donde se atisban los campos de la vega para bendecirlos.

Y otro momento especial que se puede contemplar en las procesiones es el encuentro, cuando los tronos de la misma o de distinta cofradía se encaran como símbolo de unión y de felicitación por el recorrido procesional.La espectacular arquitectura de Antequera crea el marco adecuado para estos desfiles procesionales.

La ciudad, que forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, por su conjunto de dólmenes, fue seleccionada en 2016 por The New York Times como uno de los 52 destinos del mundo que había que visitar este año. Y entre procesión y procesión, entre visita y visita, hay tiempo para disfrutar de su rica gastronomía que viene determinada por la geografía, por los productos que se cosechan en la Vega y por la idiosincrasia de la gente. Uno de los platos más conocidos de la gastronomía antequerana es la porra, que se elabora fundamentalmente con pan, aceite, ajos, tomates y pimientos. Otros primeros platos típicos son el ajoblanco, el pimentón, el gazpachuelo, las migas y algunas ensaladas, como la de cardos.

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