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Antonio Despuig Dameto fue un príncipe de la Iglesia situado en el centro de las intrigas de su época. Su escultura se levanta en la plaza de Santa Magdalena.

Cardenal Despuig: el histórico legado del Richelieu mallorquín

La figura de Antonio Despuig Dameto, el cardenal Despuig, sobresale en la segunda mitad del siglo XVIII y primeros años del XIX. Fue el consejero del papa Pío VII.

Su cuna le permitió escalar hasta situarse a la vera de la cúspide del poder en la Iglesia católica, pero sin haber dispuesto de una inteligencia y ambición poco común no lo hubiera logrado. A caballo entre los siglos XVIII y XIX, los que vieron el principio del fin del poder terrenal del pontificado, Antonio Despuig Dameto, el cardenal Despuig, protagoniza una biografía fascinante; la de un político que estará junto al papa Chiaramonti, Pío VII, cuando éste cae preso de Napoléon Bonaparte, que llevará a buen término algunas delicadas encomiendas diplomáticas y aún hallará tiempo para involucrarse en las excavaciones de Pompeya dejando en Mallorca, en su finca de Raixa, réplicas de lo allí descubierto y, según algunas fuentes, no pocos de los objetos que la erupción del Vesubio, en agosto de la séptima década del siglo I, legó a la posteridad. Las andanzas del cardenal Despuig dan pie para escribir una magnífica novela o un guión para el cine, puesto que en él se compendia mucho de lo que sucedió en España y Europa en los convulsos años de la Revolución francesa y las Guerras Napoleónicas.

El profesor de Historia Moderna de la UIB, Eduardo Pascual Ramos, autor de diversos libros sobre los linajes nobles de Mallorca, es un estudioso de Antonio Despuig, en especial de la saga de su familia, de cómo los titulos nobiliarios de la misma, el marquesado de Casa la Torre y los condados de Montenegro y de Montoro, que llevan incorporada la Grandeza de España, acabaron perteneciendo a una misma persona, ya en las postrimerías de los años setenta, curiosamente otro eclesiástico, Jorge Truyols Dezcallar, canónigo de la Catedral, quien reclamó y obtuvo los citados condados al pertenecer colateralmente a la familia del Cardenal Despuig. Eduardo Pascual dibuja una semblanza del cardenal Despuig, que, reiterémoslo, lo es de una época apasionante de la historia europea.

Antonio Despuig era hijo de Ramón Despuig Cotoner, tercer conde de Montenegro y sexto de Montoro, y de María Dameto Sureda de Santmartí, hija de los marqueses de Bellpuig. Los Dameto, en la Guerra de Sucesión a la corona de España, después de la muerte, sin sucesor, del último rey de la casa de Austria, Carlos II, conocido como "el hechizado", dadas sus múltiples dolencias y su genética degenerada, resultado de la acusada endogamia que practicaban los Austrias, se declararon firmes partidarios del pretendiente de los Borbones, el futuro Felipe V, mientras que la familia de la madre del cardenal era austricista. El matrimonio constituyó un ejemplo de la pretensión de la nobleza mallorquina de retornar a la normalidad tras las convulsiones de la guerra, lo que pasaba por restablecer la endogamia en los casamientos

Antonio Despuig no es el primogénito, al serlo su hermano Juan, por lo que se vio impelido a la carrera eclesiástica, una salida habitual para los hijos de las familias nobles, puesto que tenían garantizado un rápido acomodo en los escalafones superiores de las diócesis, especialmente en las siempre deseadas canonjías, al garantizar un vida regalada, a salvo de sobresaltos económicos. Así pues, Antonio Despuig, tras cursar estudiosde Humanidades con los Jesuitas en Montesión, quiso ingresar en la milicia, la otra salida para los no primogénitos, pero la muerte de su tío, el arzobispo de Tarragona, trastocó sus planes, ya que fue inducido a abrazar la carrera eclesiástica. Obtuvo varios doctorados por la Universidad Luliana de Palma siendo nombrado canónigo de la Seo y presbítero en 1774 y tres años más tarde caballero de la Orden de San Juan, además de integrarse en la Sociedad Económica de Amigos del País, institución creada por el rey Carlos III para promover la ilustración, desde la que promoció la creación de la Escuela de Dibujo, además de obtener el cargo de rector de la universidad Luliana.

1782 es un año clave en la vida de Antonio Despuig, puesto que viaja a Roma donde entra en contacto con el poder papal. En los Estados Vaticanos, que perdurarán hasta que en 1870 la unificación de Italia acabe con el poder temporal de los papas, Antonio Despuig ve de inmediato que se puede hacer una espléndida carrera. No desaprovechará las oportunidades que se le presentarán. Su cuna le abre las necesarias puertas, al tiempo que le franquea las de la hermética "nobleza negra", la de las familias italianas, básicamente romanas, ennoblecidas por los papas, por los que se denominan "papa-rey". Regresa a España donde ocupa sucesivamente los arzobispados de Valencia y Sevilla para, ya a punto de concluir el siglo XVIII, en 1799, ser nombrado arzobispo de Antioquía, lo que lleva aparejada la residencia en Roma, que es lo que le interesa a Antonio Despuig. Este nombramiento, realizado por el papa Pío VI, dio pie a que el cardenal Despuig exhibiera sus habilidades. El patriarcado de Antioquía estaba reservado a catalanes, aragoneses y valencianos. Un mallorquín no podía optar al mismo. Antonio Despuig, para salvar el obstáculo, alega que uno de sus tatarabuelos, un Martínez de Marcilla, era aragonés, por lo que solicita y obtiene la doble nacionalidad: aragonés y mallorquín, lo que hace que en el Vaticano se arrumben los obstáculos y se le conceda el patriarcado.

El historiador Eduardo Pascual, profesor de Historia Moderna en la UIB, ha escudriñado el linaje de Antonio Despuig Dameto. G. BOSCH

A partir de aquí su carrera eclesiástica se tornará imparable. Pio VI muere en agosto de 1799. Bonaparte, el "Gran Corso", está casi en el cénit de su poder, abriéndose en Europa el período conocido como el de las "guerras napoleónicas", que no concluirán hasta que, tras su derrota en Waterloo, se restablezca el viejo orden en el Congreso de Viena, hacia 1815.

Los cardenales, al no ser posible reunir el conclave en Roma, ocupada por las tropas de Napoléon, lo hacen en Venecia al disponer de la protección del emperador de Austria- Hungría , Francisco II, y en él Antonio Despuig, que ha trabado una poderosa red de influencias en la Curia romana, juega un papel fundamental, decisivo para la elección de Barnaba Chiaramonti, obispo de Imola, nombrado el 17 de marzo de 1800. El nuevo papa hace de Despuig uno de sus consejeros de máxima confianza, hasta el extremo de que tiene acceso directo a los aposentos papales. Antonio Despuig se convertirá poco menos que en la sombra de Pío VII, a quien acompañará cuando Napoleón decida mantenerlo en cautiverio. El Papa, consciente de que en buena medida debe su elección a Despuig, lo hace cardenal el 11 de julio de 1803. La confianza que se establece entre Pío VII y el cardenal Despuig se evidencia en el hecho de que éste pague todos sus gastos cuando Napoléon decide expulsarlo de Roma. No se separará de su lado. Napoleón es consciente del peligro que Antonio Despuig puede llegar a suponer, de su ascendencia sobre Pío VII y de los contactos que mantiene con las altas instancias vaticanas, por los que es detenido en Roma por el ejército francés y trasladado a París. Hacia 1813 obtiene el permiso del emperador, dado su precario estado de salud, para volver a Italia, instalándose en Lucca, para tomar las aguas termales, donde fallece al poco tiempo, a los 68 años, casi al unísono que su hermano Juan.

Pese a la incesante actividad política y diplomática desplegada por el cardenal Despuig, éste encontró tiempo para dedicarlo a coleccionar obras de arte, en especial pintura, y para su otra afición: las excavaciones arqueológicas. Había promocionado, años atrás, las excavaciones de Ariccia, cerca de Roma, y también realizó varios viajes hasta las ruinas de Ponpeya, donde dirigió algunas excavaciones. Aquí hay versiones contradictorias, puesto que algunas apuntan a que Antonio Despuig se hizo con una importante colección de lo hallado en Pompeya que posteriormente trasladó, al menos en parte, a su finca de Raixa, mientras que otras fuentes señalan que en Raixa depositó copias de las mismas. Lo que está plenamente comprobado es que se convirtió en uno de los grandes coleccionistas de su época. Algunas de las antigüedades atesoradas por el cardenal mallorquín están hoy depositadas en el castillo de Bellver.

El cardenal Despuig reunió una notable colección de obras de arte.

La saga familiar de los Despuig Dameto, que con el cardenal ha llegado a su máximo esplendor, prosigue, a su muerte, con el siguiente titular de los condados de Montenegro y de Montoro. Corresponden a Ramón Despuig Zaforteza, alguien peculiar en la nobleza mallorquina, ya que se trata de un liberal moderado, que representará a Mallorca en las Cortes de Cádiz, en 1813, al amparo de la primera Constitución española, la aprobada un año antes, y otra vez en 1820, antes de que dé inicio el absolutismo conocido como la "decada ominosa", momento en el que el rey Fernando VII, amparado por los "cien mil hijos de San Luis", el ejército enviado por las potencias europeas para restablecer el absolutismo en España, persigue, encarcela y manda ejecutar a numerosos liberales. Ramón Despuig logra sobrevivir, muriendo sin descendencia. Le sucede su sobrino, Tomás Despuig Despuig, ultraconservador, carlista irredento. Con él se inicia lo que será el acelerado declive de la familia del cardenal Despuig, que ya nunca recuperará la influencia y preponderancia que tuvo en vida de Antonio Despuig Dameto.

Hay que aguardar hasta 1979 para que se establezca la asunción en una misma persona del marquesado de Casa la Torre, que no posee grandeza de España, y los condados de Montenegro y de Montoro. Quien obtiene ambos títulos es Jorge Truyols Dezcallar, que solicita los de Montenegro y de Montoro, al estar colateralmente emparentado con la familia del cardenal Despuig. Su demanda será atendida, por lo que es un eclesiástico, un canónigo quien se hace con los títulos. El actual conde de Montenegro y de Montoro y marqués de Casa la Torre es Francisco de Asís Truyols Nadal, hijo de Francisco Truyols Salinas y nieto de Francisco Truyols Dezcallar. Los condados de Montenegro y de Montoro pasaron de la familia Despuig a la Truyols al morir sin descendencia, en 1974, Lorenzo Despuig Sastre, también canónigo de la Catedral y prior de la Orden de San Juan, lo que hizo que los títulos recalaran en la línea principal de la familia Truyols.Los Despuig fueron grandes terratenientes, apunta Eduardo Pascual, ostentando uno de los principales linajes de la nobleza mallorquina, que entroncó con otros linajes de la nobleza insular: Cotoner, Dameto, Sureda de Sant Martí e incluso, lo que no era habitual, con la nobleza peninsular, los Martínez de Marcilla, condes de Montenegro, que fue lo que posibilitó al cardenal Despuig hacerse con el patriarcado de Antioquía. La familia Despuig tuvo, además, una notable participación en la dirección de la Iglesia católica de Mallorca, suministrando canónigos, obispos e incluso un cardenal, Antonio. Para Eduardo Pascual representan un "modelo clásico" de la nobleza respeto a las "salidas" profesionales para sus vástagos no primogénitos.

Otro dato chocante de la familia del cardenal Despuig estriba en que si a lo largo de la primera mitad del siglo XIX se caracterizaron por ser liberales moderados, lo que les acarreó algunos problemas en la época de Fernando VII, entrada la segunda mitad del siglo abrazaron decididamente el ideario carlista, la causa del hermano de Fernado VII, Carlos María Isidro, que reclamaba el trono de España negando validez, de acuerdo con la Ley Sálica, a la proclamación como reina de la hija de Fernando VII, Isabel II. Desde entonces, los Despuig se encuadraron en el ultraconservadurismo propio del movimiento carlista hasta hasta sus últimos estertores. Entrado el siglo XX la actividad política de los representantes de la familia desaaparece. La decadencia, iniciada tras la desaparición de su más ilustre figura, el cardenal Despuig, es imparable entrado el nuevo siglo. El final se plasma al pasar los condados de Montenegro y de Montoro a la familia Truyols, al interrumpirse la línea de los Despuig, la del cardenal Antonio Despuig Dameto, el "Richelieu mallorquín".

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