Diario de Mallorca

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LA CASA // ARQUITECTURA

Convivir con los recuerdos

Bettina haude pasaba los veranos de juventud en esta casa, que después transformó manteniendo su espíritu y muchos de los objetos del pasado

El estudio destaca por la sencillez en la decoración y la estantería que guarda los documentos.

Bettina Haude nació y se crió en Berlín, en la Alemania de la década de los 60. Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Bellas Artes de Berlín. Después de sus estudios, trabajó durante más de 20 años en las agencias de publicidad más reconocidas como director creativo, diseñadora, redactora, consultor. Sin embargo, en el año 2006, Bettina dejó su carrera con el fin de dedicarse más en profundidad a su reprimida pasión por la fotografía artística. Desde entonces la cámara se ha convertido en su compañero constante.

La artista, fuertemente ligada a la luz de Mallorca, como tantos otros, fotografía a menudo en un impulso aleatorio momentos de la naturaleza y de la vida urbana que a primera vista pueden parecer poco importantes. De este modo Bettina compone su material en series conceptualmente ligadas durante las cuales el tema de la fotografía original es a menudo transformado en algo completamente nuevo. Como la casa, su casa, que hoy les mostramos. Desde 1980 Mallorca es su segundo hogar. Vive y trabaja tanto en Berlín como en Pollença, lugar donde desarrolla sus tres pasiones, la arquitectura, el interiorismo y captar la naturaleza con su cámara. En sus intervenciones arquitectónicas, hoy les mostramos un buen ejemplo, actúa sin que a primera vista se note, igual que en la fotografía, al igual que ocurre con la naturaleza misma que va cambiando lentamente, de una estación a otra. Como la vida, que pasa sin pasar. Esta misma sensación se quiso trasladar a la obra.

Se trata de una reforma arquitectónica mínima en la que fundamentalmente se cambiaron las instalaciones, ya muy castigadas por el tiempo. Sin embargo, se quiso conservar la esencia de una típica casa de campo, de dos plantas, sin muchas pretensiones y sin embargo elegante, casi monacal y precisamente por eso distinguida. La planta baja consta de comedor, cocina, sala de estar, sala de lectura y estudio. En la planta superior antiguamente había tres habitaciones que se decidió convertir en dos para que fueran más espaciosas. A la habitación principal se la dotó con una sala de estar y una chimenea que es la que da calor en los meses de invierno, y es que Bettina, como tantos centroeuropeos, disfruta de su casa en los meses de invierno, incluso más que en los de verano. La luz del invierno mallorquín es única.

Para que la casa siguiera conservando su esencia mallorquina se eligieron todos los suelos de piedra de Binissalem abujardado y cepillado excepto la entrada donde se utilizó el canto rodado, tan tradicional en las construcciones mediterráneas. La nueva distribución y la decoración de la casa y sus exteriores fue ideada por su propietaria con la ayuda de un amigo suyo arquitecto, Udo Schaefer, que debido precisamente a esta amistad y al conocimiento que se tienen posibilitó la intervención deseada, sin tabúes, que permitiera la continuidad sin desligarse del pasado pero tampoco sin atarse a él por los recuerdos familiares. Tiene explicación, en esta misma casa Bettina pasaba los veranos de su infancia y juventud, junto a sus padres, porque a ellos pertenecía la propiedad y a ellos pertenecen muchos de los recuerdos que permanecen.

Lf91 de Miquel Bauzá llevó a cabo el project management y colaboró en el diseño siguiendo los criterios de la propietaria y su colega arquitecto Udo. Los tres entendieron que la cocina era parte fundamental en la que intervenir. Confiaron en Estils i Formes. Ya ven el resultado. La paz.

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