Gabriel Moll Blanes, nacido en Capdepera en 1941, falleció el martes en Barcelona víctima de una larga enfermedad. Polifacético mallorquín, adoptado catalán, dedicó toda su vida al teatro; donde omenzó veinteñaero, dirigiendo e interpretando textos de Miller, Bretch o Mihura en la Residència d´Estudiants Ramon Llull, y donde no se jubiló hasta 2006, gestionando el departamento audiovisual del Liceu.

Moll destapó su talento en la Escola d´Art Dramàtic de Adrià Gual, entre 1966 y 1970; unos estudios de interpretación y dirección que finalizó adaptando Mort de dama, de Llorenç Villalonga (estrenada despúes en el Romea con dirección de Ricard Salvat). Fue su carta de presentación, paso previo a unos años intensos como actor en Madrid y Catalunya, tantas veces dirigido por Mario Gas. En 1979 -ya demostrada su eficiencia en tareas técnicas en el Festival Internacional de Sitges (1977-1978)- comenzó su periplo como gestor. Hasta 1984 fue director de los Serveis de Teatre i Cinema del ayuntamiento de Barcelona, desde donde orientó el Festival Grec e inició sus colaboraciones con el Liceu. Entre el 86 y el 88 -tras una etapa como cronista para El País y La Vanguardia- fue director adjunto del Teatre Lliure, del que puso en marcha su Fundació. Posteriormente, con motivo de Barcelona´92 fue contratado por el COI como responsable de la programación de teatro, danza y ópera de la ciudad, y del Festival de Tardor y el Festival Olímpic. Entre el 94 y el 99 fue subdirector del Grec, penúltima parada antes de volver al Gran Liceu, en su departamento audiovisual.

El Teatre Principal de Palma mostró ayer su tristeza por la pérdida de Moll a través de un comunicado donde "lamenta" su fallecimiento.