Por primera vez en su historia, la celda número 4 de la Cartoixa de Valldemossa, en la que residieron Frédéric Chopin y George Sand durante su estancia en Mallorca en el invierno de 1839, albergará un concierto abierto al público. Dicho recital tendrá lugar hoy y mañana en el altillo del Museo Chopin con motivo del 75 aniversario de este rehabilitado espacio. La japonesa Aya Okuyama ha sido la escogida para interpretar, con un pianino Pleyel del mismo período y características que el utilizado por el célebre compositor polaco en la isla, un programa que incluye algunas de las obras que el pianista compuso en Valldemossa.

El primero de los recitales, el de hoy, estará reservado a familiares y amigos de las personas que hicieron posible este museo -de carácter privado, como el resto de celdas de la Cartoixa-, que reúne, entre otros muchos objetos, el borrador de gastos de George Sand, el piano Pleyel de Chopin, el único reconocido oficialmente y que nunca salió de Mallorca, las memorias de Hélène Choussat sobre la estancia de Sand y Chopin en la isla o diversas reproducciones facsímil de los 24 Preludios escritos por el músico polaco.

El segundo recital, el del domingo, programado para las 19 horas, está abierto a todo el público, aunque por lo reducido del aforo se tendrá que retirar la invitación previamente en la entrada del museo el mismo domingo entre las cinco y las seis de la tarde.

Uno de los principales atractivos de estos conciertos será escuchar un pianino Pleyel fabricado en 1837, es decir, el mismo modelo que hoy descansa en el Museo Chopin. Amerigo Olivier Fadini, que se ha encargado de la restauración de este piano, traído expresamente desde París para este acontecimiento, afirmó ayer que "la única manera de entender" la música de Chopin es a través de instrumentos de su época.

"Todo el discurso musical de Chopin -explicó- se caracteriza por la ligereza, la elegancia, un tacto muy delicado", algo que le ofrecía este piano de seis octavas, a dobles cuerdas y dos pedales. "A diferencia de los pianos modernos -añadió- logra unos pianísimos hoy imposibles, así como un timbre puro y unos colores diferentes, un sonido mágico, celestial, que con el tiempo desapareció. A su manera, Frédéric Chopin fue un pintor de la música".

Gabriel Quetglas, director del Museo Chopin Celda 4, aseguró que el Pleyel de Chopin nunca ha sido restaurado y avanzó que Olivier le realizará en los próximos días un diagnóstico para conocer su estado de salud. En cualquier caso éste rechazó la intervención señalando que actualmente hay una tendencia "compulsiva que quiere restaurarlo todo".

El Pleyel de Chopin, la pieza más importante del Museo, llegó a Valldemossa sobre el lomo de un asno y con él Chopin terminó de componer los preludios, así como un scherzo, la balada nº2 en fa mayor, dos polonesas, la mazurca en mi menor, dos nocturnos y un borrador de la marcha fúnebre.

La pianista japonesa Aya Okuyama, especializada en los Pleyel de época, interpretará en Valldemossa algunas de estas obras y un preludio y fuga de Bach, "piezas que Chopin siempre tocaba al levantarse en su celda a modo de ejercicio musical", indicó.

El altillo de la celda 4, que el cartujo usó como almacén durante años y que fue utilizado como estudio de los pintores Enrique Ochoa y Claudio Torcigliani en la segunda mitad del siglo XX -ambos artistas muy sensibles a la música de Chopin- será destinado en el futuro a albergar tanto recitales como conferencias dedicados al compositor.