"El amor es un estado mental que crece o decrece dependiendo de cómo se retroalimente ese sentimiento en la relación de los que componen el núcleo amoroso. La retroalimentación depende de factores como el comportamiento de la persona amada, sus atributos involuntarios o las necesidades particulares del amante", explica la enciclopedia Wikipedia. Quién sabe cuál es el secreto. Lo cierto es que contra todo pronóstico, en un tiempo en que nadie apuesta por la estabilidad sentimental, todavía hay quien podría mover montañas por amor.

Tres parejas en tres universos temporales totalmente diferentes se confiesan ante la llegada, un año más, de San Valentín. Sin embargo el 14 de febrero es para ellos un día más, pues mientras unos están a punto de casarse, otros celebrarán sus bodas de plata y los terceros han sobrepasado los cincuenta años de matrimonio. A su manera, ya se lo han demostrado todo.

Juanjo Molina y Mireia Colom llevan más de siete años de noviazgo. Él tiene 25 y ella está a punto de cumplir 23, todo el mundo les dice que son demasiado jóvenes y sin embargo, cumpliendo con sus propios valores y con más ganas que nunca, se casarán el próximo 11 de agosto en la Porciúncula.

El caso de Joan Riurtort y Lina García es diferente, pues esta pareja de empresarios celebrarán en marzo sus bodas de plata. Veiticinco años juntos en casa y en el trabajo que piensan celebrar con un viaje por Italia.

Pero si alguien sabe de lo que habla son Jaume Pasqual y Catalina Font. Esta pareja es la encarnación de un gran mito, el que asegura que el amor no tiene edad. Si a sus 52 años de casados se le suman los ocho de noviazgo el resultado es toda una vida en pareja a través de buenos y -no lo niegan- también malos momentos.

n n n Todo empezó

Durante la década de los cincuenta Muro no era diferente a los demás municipios de España, al menos en cuanto al flirteo se refiere. "Los hombres se paseaban por el lado izquierdo de la calle central y las mujeres por el derecho", recuerda Pasqual. "Si alguno te gustaba, descansabas en la pared para verlo pasar de nuevo", añade Catalina. De esta manera, con un juego de miradas, arrancó su historia de amor.

Aunque la situación fue cambiando con el paso de los años, siempre se ha mantenido la esencia, pues el 25 de noviembre de 1975, cuando Lina y Toni se conocieron en un bar al salir del colegio Pío XII, "él me miró, aunque yo todavía no me fijé en él".

Y es que "una mirada" sigue siendo "un mundo", como dice Bécquer a todos los adolescentes que acuden a su poesía. Para Juanjo y Mireia también funcionó pero su escenario, mucho más reciente, no fue otro que Tito´s. "Los dos éramos muy tímidos y él se me acercó cuando la discoteca estaba a punto de cerrar, me preguntó mi nombre y quedamos en que me llamaría al día siguiente", explica Colom. Eran tiempos en que el móvil era todavía una novedad y una no se separaba de la línea telefónica.

"La vi, iba vestida con una camiseta negra, brillante y me fijé en ella porque era diferente a las demás", reconoce Molina.

n n n El secreto de la estabilidad

Comenzaron las llamadas entre la joven pareja, los encuentros con amigos y en un tiempo prudencial, los paseos en solitario. Siete años después, advierten de que "la monotonía puede matar una relación", pero no ha sido su caso. "Nos vamos de viaje cada año, quedamos con amigos, organizamos excursiones y tratamos de que no nos pase", dicen. Su secreto no lo es tanto pues reconocen que hoy en día "falta paciencia, cualquier pelea puede romperlo todo".

Veinticinco años de compromiso son suficientes para que Lina y Joan hayan dado con el antídoto. "Lo más importante es el respeto mutuo, tener los objetivos claros, que haya un diálogo y afrontar los problemas de forma conjunta", reconoce Riutort. "Contárselo todo es bueno aunque a veces te lleve a una pelea. Además luego hay una reconciliación", añade García.

Viven y trabajan juntos sabiendo que si no fuera así "tal vez estaríamos peor". Lo cierto es que a estas alturas, uno termina la frase del otro. "Casarse es compartir", dicen cuando piensan en la subsistencia del amor la actualidad. "Todavía existe la ilusión de encontrar a alguien perfecto, para toda la vida, pero no están dispuestos a renunciar a nada si aparece", opina Lina.

Los más veteranos están cansados de verlo, "los jóvenes se casan y ni siquiera se conocen", admiten. Tras celebrar las bodas de oro consideran pertinente el poder dar consejos. "Hay que tener paciencia y comprensión", reconoce Catalina. "Y también hay que discutir", añade su marido.

Su matrimonio para ellos es un equipo en que cada uno juega un importante papel. "No estoy a favor de que la mujer trabaje, cuando nos casamos ella debía cuidar de mí y yo traía el dinero", explica Jaume. Mientras que su esposa reconoce que "es un poco antiguo". Sin embargo el método funcionó. "Apenas teníamos dinero pero siempre comimos bien, con tres pesetas hacía un primer y segundo plato", explica mientras mira a su mujer, "ha estado muy bien cuidado", le responde ella.

Cincuenta y dos años en común han dado tres hijos y cinco nietos a los que ven todos los fines de semana y "cada día alguien viene a comer". Su matrimonio ha sido un proyecto de grandes resultados pues, por méritos propios, nunca les faltó trabajo, dinero, ni amor. Buena prueba de ello es el viaje con el que celebraron sus bodas de oro que incluyó a toda la familia.

Si empezara todo de nuevo lo harían igual, "tal vez lo tendría más a las órdenes", sonríe ella.

La tradición todavía existe y el amor es capaz de vencer en los malos momentos. Corren tiempos difíciles para el romanticismo pero todavía no es una leyenda pues queda gente que sigue cumpliendo la eterna promesa, "hasta que la muerte nos separe".