El de hoy es un rincón para pocas personas. De su reconditez y carácter casi unifamiliar depende su encanto, que es considerable. Se encuentra en las inmediaciones del oratorio de Portals Nous, que hoy corona un desnudo terraplén reforzado con mallas metálicas, dados los constantes derrumbes que en esta zona se producían. Con ese arreglo se ha ganado en seguridad, pero el paisaje ofrece una imagen extraña, antipática, algo lunar. El edificio del oratorio, donde se encuentra la Virgen que durante mucho tiempo se veneraba en la cueva de Portals Vells, está manifiestamente incómodo con esos cambios. Pues siempre estuvo acostumbrado a los pinos, el horizonte marino, el acantilado.

Otra novedad importante fue la llamada Platja de s´Oratori, que es absolutamente artificial y se habilitó debajo mismo del talud. Es una cinta arenosa de lo más convencional, con todo tipo de artilugios y mucha gente. No nos referimos a esta, sino a la playa de verdad. La que siempre existió y todavía sigue, en un rincón, poco conocida. Sensible a la fidelidad de los que siguen acudiendo a ella.

Está en el rincón que forma la susodicha playa artificial y la Punta des Terrers, ese promontorio rocoso en cuya cúspide siempre han funcionado chiringuitos. Para llegar hasta ahí lo mejor es seguir el Carrer d´en Blanes, aunque ahora en su parte final han colocado grandes rocas para impedir el aparcamiento. También se llega desde el oratorio, descendiendo por un sendero. Se encuentran así unas escaleras, caracterizadas por un espectacular grafito que es una obra de arte, aunque desentone un poco con el entorno.

Allí mismo, una plataforma de cemento permite una cómoda estancia al sol. Mientras que en el rincón, y junto algún viejo bajadero de barca, está la antigua playita del Oratorio, pequeña y poco frecuentada.

No es que sea un lugar muy cómodo para el baño, puesto que el fondo de entrada es reducido y no hay muchos lugares fáciles para ir al agua. Pero el entorno resulta muy impresionante.

Enfrente mismo está la Illa d´en Sales, en cuyo exiguo territorio se hallaron restos púnicos, que hicieron suponer a los arqueólogos que se trataba de un punto de mercadeo entre los indígenas y los comerciantes del mar. La isla, con forma de zapatilla, siempre tiene algún barco refugiado bajo su pequeño cantil. Más al fondo se extienden las instalaciones de Puerto Portals, que parece un Miami Beach de bolsillo. En la Punta des Terrers hay numerosos rincones para sentarse y disfrutar del horizonte de la Badia de Palma. Y si se es paseador, un caminito lleva desde allí hasta la cercana cala de Portals Nous, donde se puede tomar una cervecita a la sombra.

No es extraño que éste sea un rincón para iniciados. Una de esas playitas donde casi todos se conocen.