–Para que se haga cargo del tipo de entrevista: "¿Es usted demasiado disperso?"

–La literatura exige más concentración que cualquier otro trabajo, y le dedicaría todo el día si fuera millonario. Mis otras actividades son alimenticias.

–Miguel Dalmau le presentó en Palma como el novelista más importante nacido después de 1960.

–Es posible que tenga razón, aunque la literatura no es competitiva. Pertenezco a la generación que a los ocho años vio 2001.

–Ya está bien de arremeter contra los superventas.

–Siempre ha habido autores que venden mucho, pero al recordar a Le Carré, García Márquez o John Irving, comprobamos que hay una decadencia de los superventas.

–¿Escribir en ´ABC´ imprime carácter?

–Significa escribir en un periódico muy importante, pero no me obliga a nada y lo hago exactamente como quiero.

–¿Vivió en Nueva York para comprobar que no podía salir de Madrid?

–Culturalmente, Nueva York es a Madrid como una ballena a una sardina. No sé por qué volví, tal vez porque no conseguía creerme que España era tal como la recordaba. Pensaba que el problema estaba en mi actitud, y no en el país. Craso error.

–´Comunicador de la tortuga celeste´ es un extraño nombre para una sección periodística.

–El origen está en un verso de Lezama Lima. Soy el amanuense de la tortuga que sostiene el Universo y reposa sobre un mar infinito. Ella habla a través de mí.

–Ganó el premio que lleva el nombre de un ilustre mallorquín, Bartolomé March.

–Fue fantástico ganar un premio a la crítica literaria, una labor que raramente se reconoce. No me fiaría de un crítico que quisiera hacer literatura.

–¿Sólo hay que criticar los libros que a uno le han gustado?

–Probablemente, sí. El comentario destructivo no tiene mucho sentido, porque no hay relación alguna entre la obra y la crítica. Es un acto social convenido.

–Un espectador denuncia a la Guardia Civil un concierto de jazz, por no ser jazz.

–Fue un poco escalofriante que el jazz llegara a los juzgados, aunque el músico estaba encantado con el pintoresquismo. Por tratarse de una música improvisada, es dictatorial limitarla. Todo parte del deseo de venganza contra los creadores, tan visible en los blogs.

–¿Encontró a una persona leyendo a Proust en el Metro?

–Estaba harto del diálogo en que uno dice que "nadie lee ya", y otro le replica "pues en el Metro todo el mundo lo hace", y el primero le rectifica "pero sólo leen superventas". Hice un trabajo de campo durante una semana, anotando los libros que leían los pasajeros. A veces tenía que retorcerme, y descubrí lectores de Kafka o Proust. Hoy casi todos leerían a Stieg Larsson, por el efecto bola de nieve.

–¿Cuánto le queda a la ópera?

–Lleva cien años de agonía, por lo que goza de una salud excelente.

–¿Quién será el próximo Nobel en castellano?

–Jolines, pues yo, todos los escritores lo piensan. Mario Vargas Llosa debería recibirlo, sería un buen Nobel.

–¿"Soy imbécil, pero escribo"?

–Era mi reacción ante el disgusto generalizado con el postmodernismo. Todo el mundo lo contempla con horror, nunca la situación que vive una sociedad ha provocado tanto rechazo entre sus contemporáneos.

–¿´El hereje´ de Delibes es un libro "espantosamente malo"?

–No es nada personal, pero no he comprendido nunca ni la acogida a ese libro ni la enorme fama de Delibes, un autor prosaico y sin ningún interés para mí.

–¿Cuántos amigos pierde a cada crítica?

–La mitad de amigos que gano. Un escritor no tiene que hacer caso de las críticas. Si él mismo no ve las cosas que hace mal –leyéndose como una persona ajena–, no tiene ninguna posibilidad.

–En internet se puede leer con ´zapping´.

–Siempre se lee así, salvo en novela. Nunca he leído un libro de poesía de principio a fin.

–Es angustioso disponer de todos los libros en un aparato electrónico.

–Disponer de toda la cultura en la palma de la mano tiene su lado mágico. En la lectura se tarda mucho, y nos acostumbraremos a elegir de otra manera. Hay que leer por placer, seguir la gana sagrada.

–¿La música huye de la muerte más deprisa que la literatura?

–Ambas pueden ser formas de vivir la experiencia de la muerte.